ELLA NO MERECE
NINGUNA PIEDAD
es la novela de Gustavo Ott ganadora del VI Concurso de Narrativa Salvador
Garmendia de 2011 y luego publicada en 2012 por la Fundación Casa de Nacional
de las Letras Andrés Bello. Con este trabajo el escritor caraqueño se vuelve a
montar en su poética de la transgresión, lo grotesco y la ironía sin ningún
reparo, lo que nos permite ver su evolución en la investigación de las letras,
su preocupación por atinar a una narrativa feroz y sin frenos.
ELLA NO MERECE
NINGUNA PIEDAD
nos lleva en dos caminos vertiginosos de la familia Camacho, que no es más que
un estereotipo de lo venezolano al mejor estilo maracucho-caraqueño, pero
ubicado en la “gran manzana” Nueva York.
El
relato de desplaza en varios caminos que empiezan a difuminarse a media que
pasan los capítulos, con un personaje llamado Sergio Camacho y su hermano Iván
cada uno con unas características muy particulares.
Sergio,
muy voluminoso, con un cuerpo enorme que no es más que una imagen irónica de lo
superlativo, de una narración que te va a empujar hacia algo descomunal. Es una
herramienta que Gustavo Ott utiliza y nos pone en alerta para informar al
lector sobre los relatos que allí se van a desarrollar. El GORDO Sergio Camacho
en todos los capítulos no deja de caer en las contradicciones de lo
superficial, pero con una fuerte determinación
a conseguir lo que desea, desde ser administrador del hotel familiar que
es una suerte de Torre de Babel de desplazados de países de un “Tercer Mundo”,
y que, en su misma situación generan situaciones que te hacen llegar a la risa
interminable, dejándonos esa estela de lo latinoamericano. Lo ilógico va ante
todo adelantándose, Sergio toma a su esposa, Marina, una inmigrante de Turquía,
que es madre de un niño, cuyo padre era un Peruano terrorista que vivía en
Londres, no obstante se imprime una constante que es la de una carrera sin
tropiezos de la errancia de cada uno de los personajes. Para completar el
universo donde se mueven, se erige una vecindad polifónica, y bastante
colorida, que de un primer envión te arrastra más de cinco capitulo en definir
las relaciones interpersonales que son bastante curiosas.
Por
el otro extremo nos encontramos a Iván Camacho, hermano del gordo Sergio que es
una especie de extensión del primero, será algo así como su alter ego, que lo lleva a involucrarse
con sus pacientes depresivos y fantasear con historias de extraterrestres,
secretos militares, conspiraciones caninas o sueña despierto desde una palabra
que el mismo se ha inventado URICATO-3, que a fin de cuentas no sabemos cómo se
desplaza esta palabra, pero que para encontrar una salida a la novela será un
caso revelador. Para quien se arriesgue a leerla se divertirá mucho, puesto que
Iván al igual que su hermano está detrás un amor imposible, pero que resulta
todo un desafío literario la forma en que Gustavo desencadena las historias.
Encontrarse con esta narrativa, es desenredar los
vericuetos de una escritura que se adentra en las formas de venezolanidad, con
sitios comunes y sobretodo por el lenguaje empleado. La novela se intenta
conectar al lector con la identidad cultural en su argot, lo que es muy
importante, puesto que nos acercamos mas a nuestro entorno, y se añade de inmediato
esta jocosidad única, que de seguro quien abra el libro se verá prendado desde
el primer capítulo de la descripción del Gordo Sergio y lo que opina de la
vida.
Por
otro lado vemos la destreza de escribir una novela polifónica en la que cada
uno de los personajes habla en primera persona y poco a poco se van diluyendo
en una narración cada vez más lejana, para culminar en una en una visión más
reflexiva sobre acontecimientos que se van suscitando, y que, de manera lógica
podemos ver esta metamorfosis del discurso. Es un trabajo muy bien elaborado,
de mucha experiencia al momento de modificar los tiempos narrativos, pero al
unísono vemos que las líneas de unión del discurso se empiezan a alejar, para
determinar el final en un hilo narrativo que empieza tomar la estética única
que caracteriza a Gustavo desde sus obras de teatro y ahora las inserta en esta
faceta de novelista.
Es
preciso ver las diversas formas en las que el texto se va cruzando, se
obliga a mantener una narración que da
sobresaltos y que vuelve a empujar al lector a una línea que mantiene un ritmo
arrollador. Podríamos decir que es una novela vertiginosa por los cambios de
ritmos tan violentos, pero también nos encontramos con una novela que se apega
a las formas en las que se mueven sus lectores, trata de engañarnos y lo logra
de inmediato para quedar prendados en este viaje fantástico.
ELLA NO MERECE
NINGUNA PIEDAD
es para Gustavo Ott un nuevo eslabón en esta carrera cómo novelista, que de
seguro nos demostrará muchos más trabajos a medida que pasen los años, y que,
de seguro nos seguirá sorprendiendo. Lean esta novela porque de seguro no
perderán su tiempo, disfrútenlo al máximo, y por supuesto, no se les olvide que
LA LITERATURA ES UN PELIGRO PARA LA IGNORANCIA.