La
unificación entre los intelectuales y el deporte, siempre es visto desde estos
primeros como algo perverso, inhumano, salvaje y bárbaro. Los conceptos de
interacción de un cuerpo que necesita de un contexto donde pueda sentirse mejor
físicamente está ceñido por una rebeldía propia de quienes ostentan el
conocimiento, o al menos así es la percepción vacía que se deja vislumbrar.
Haruki Murakami vuelve otra vez
a entrar en esta discusión haciendo una paridad entre lo necesario del
ejercicio físico y la intelectualidad desde su libro “De qué hablo cuando hablo de correr” publicado por Tusquets
ediciones en 2007 con una edición de México 2010. Es un diario de campo sobre
las percepciones que se tienen sobre el hecho de ejercitarse y de comprometerse
con el deporte, que inicia como un juego y termina siendo un compromiso de alto
rendimiento.
Con
una prosa agradable, de relatos y anécdotas sobre el complejo rol del escritor
y su disciplina solitaria, Murakami nos lleva a un complejo mundo de intensos
esfuerzos, de preparación para maratones de manera sistemática y científica, que
permite ver el deporte como la unificación de varias disciplinas. Es una
aventura conjugar dos especialidades que están ligadas por la misma capacidad
de concentración, en cuanto la internalización de una rutina, que puede llegar
a ser estresante, pasando por los cambios lógicos de pensamiento y la rigurosidad
de métodos capaces de alterar las formas de reacción intelectual.
Es
un libro que nos lleva de la mano hacia los recónditos pensamientos de un
escritor excelso y su cotidiana obligación a mantenerse en forma. No sólo se
habla de un deporte por simple excusa de salud, sino al contrario, como forma
de interacción al momento de enfrentarse a grandes competencias, en las que se
experimentan los micros y macros ciclos de entrenamiento, que son indispensables.
Vemos las necesidades de valerse de rutinas cotidianas para soportar las
constantes arremetidas del ambiente y para luchar contra las condiciones del
cuerpo a medida que pasan los años.
Murakami nos deja la
experiencia de más de treinta años de un corredor que inicia como amateur, en
una disciplina plagada de detalles, pero que, poco a poco va planteándose
nuevas metas. Desde carreras de corto kilometraje, hasta llegar a los maratones
y el triatlón, de los cuales puede llegar a correr dos o más al año, lo obligan
a responsabilizarse por una preparación aún más contundente, más eficaz y más
metódica, que de seguro lo llevará hacia los perfiles de competencias cada vez
más exigentes.
Comenzamos
el libro con prácticas sencillas que fueron acompañando al autor en su carrera como
novelista, vemos cómo sus estados de ánimo influyeron en la elaboración de sus obras
que han sido premiadas a nivel mundial. Sin embargo, esta conjugación lo convierte
en una especie de máquina de deporte y de escribir, que no puede detenerse en
ningún instante y sus relatos van desde su vida en Japón hasta su entrenamiento
de alta competencia en Estados Unidos. Es por esta razón que nos ofrece la
mirada conjunta de actividades que van de la mano y que no pueden dejar de acercarse
puesto que una priva sobre la otra y viceversa.
“De qué hablo…” es un
extraordinario relato sobre las exigencias que no sólo llegan hasta la
competencia, sino lo que acontece alrededor de ella, de lo que puede llegar a
convertirse el deporte que te obliga a llegar cada vez más lejos, con mayor
intensidad y con la mayor ansiedad, hasta convertirte en punto de referencia de
ciertas disciplinas.
Magistralmente
Murakami va narrando en tres etapas
de su vida, en lo que se ha convertido y en lo que piensa al momento de iniciar
cualquier labor dentro de su vida, puesto que está todo reseñado de acuerdo a
los parámetros disciplinarios en los que convive y la importancia del deporte
en estos momentos.
“De
qué hablo cuando hablo de correr” de Murakami es un muy buena opción para que
entendamos la delgada línea en la que camina la intelectualidad y el deporte, y
después de leerlo se tendrá una nueva visión del hecho de practicar un deporte
sin desligarse de nuestra rutina diaria.
Totalmente
recomendado para quienes son amantes del deporte y de la literatura, no tiene
desperdicio y recuerden ¡LA LITERATURA ES UN PELIGRO PARA LA IGNORANCIA!!.