A veces hay pruebas que
te colocas sin planificar y creo que en esto del teatro estamos muy claros que
no podemos aferrarnos a procesos únicos que pueden encasillarte, pero nunca sin
dejar de manifestarse desde la poética que venimos desarrollando. Encontrarme
con un proyecto ajeno, al que fui un convidado para presenciar una lectura y
donde terminé realizando el trabajo de dirección es muy interesante, por ello pienso
hoy que fue un desafío llevar esta pieza a escena, claro, y debo reconocer que
entré en conflicto en varias ocasiones por las siguientes razones.
La primera que es la de
mayor peso, por circunstancias del destino Hortensia Quintero me propone que le
ayude con su montaje, el cual llevaba mucho tiempo tratando de concretar en
varios intentos fallidos, y yo como buen figón quise ver la temática y terminé
en una suerte de director que empezó a manipular el texto. Construí el universo
de lo que allí se quería representar, aunque debo ser sincero, el conflicto fue
monumental porque había que retornar al teatro del que he me he alejado en los
últimos años y en el que me debía ceñir a un dramaturgo y esto es algo que se
va pasando de largo y uno se va volviendo más renuente a ciertos autores y
propuestas. Pero en EL CONFIDENTE se dejó llevar la dinámica entre el elenco,
el legado del dramaturgo y la dirección, por ello se convirtió en una especie
de familiaridad muy curiosa. Total, terminamos reconstruyendo este drama en una
pieza de gran interacción física, de desarrollo en conjunto y de propuestas
interminables y fue esta última, la parte que más me gustó.
Un motivo más que prevaleció,
es que me inmiscuía en el Grupo de
Teatro Educadores Jubilados del Municipio Junín, y aunque el nombre del
agrupación es sugestivo a materias del magisterio y todo lo referente a esta
área, de la cual no me gusta hacer referencias, es cierto que hay una búsqueda
en el fondo de parte de su directora que funge como actriz y siempre está en
búsqueda de directores muy diversos para lograr su cometido. También estoy
claro que Hortensia con su constancia cumple este 2016 veinte años con su
proyecto, que trasciende de las escuelas y de los maestros para erigirse entre
actores y directores. Y es que desde su fundación no se ha detenido por un instante, entrar en este universo me llevó a
reflexionar sobre la rebeldía del teatro que se entromete en cuanto intersticio
está allí plasmado y que está gritando siempre que no le abandonemos.
Las dudas siempre están
floreciendo y eso es lo maravilloso, puesto que sin ella no podemos avanzar,
pero enfrentarse a este elenco y realizar una propuesta de la que estamos
acostumbrados desde El Incinerador Teatro, me resultó increíble su desarrollo.
Al accionar estamos allí
en medio de esta autopista de propuestas, y Hortensia se convirtió en una de
las principales protagonistas, con tal fortaleza y creatividad fuimos
construyendo los diversos fragmentos del universo en el que los fui induciendo.
Pero volviendo al tema del tiempo Veinte años no es nada sencillo, y mucho
menos en un país como el nuestro donde hay conflictos de toda índole para
mantenerse en esta aventura de la producción teatral, aunada a las rencillas y
las parcelas que se mantienen a la orden del día. Por eso creo que este
proyecto sigue creciendo y esperemos por muchos años más, aunque se dice con
mucha ligereza pero realmente estamos frente un ciclo de que deja manifiesto la
constancia, la disciplina, y marca claro un objetivo que es mantener parte del
teatro vivo por medio de cualquier vicisitud, y mi admiración total para
Hortensia y su equipo de trabajo, especialmente a Pablo Ordoñez que es
infatigable y que logra concretar muchas ideas que se le proponen por su gran
convicción para elaborar un discurso gestual que va creciendo constantemente.
Una tercera razón, estar en este proyecto de EL CONFIDENTE donde inicialmente debía enfrentarme a
un texto del maestro Gilberto Pinto, que para todos es un ícono dentro de la
dramaturgia venezolana y con su mirada aguda pudo inmiscuirse en los temas más
álgidos que desde siempre nos han acosado como nación. Su poética va desde un
teatro de reflexión, siempre me había acercado a sus lecturas, en muchas
ocasiones lo he estudiado con mis estudiantes, pero ahora me ha correspondido trabajarlo
en escena, sin previo aviso por esta petición de Hortensia y por mi infatigable
curiosidad de probar y explorar con aspectos que se alejan de mis intereses.
Debo
reconocer, que a medida que pasaban los días, al trabajo le saltaban más
aristas de las que podíamos imaginar, lo que nos dio pie para seguir trabajando
y creciendo creativamente. Luego, al revisar el ensamble de las escenas, las
acciones y los performances nos indicó que estábamos frente a una fuente
inagotable de imágenes que se sugerían a cada hora que pasaba el montaje. Hoy,
podemos decir que estamos frente uno de los dramaturgos más importantes de
nuestro país, y que hace apenas hace unos años lamentablemente nos abandonó por
cuestiones del destino, sólo hay que agradecerle por este legado y esperemos se
logre aún más su difusión y comprensión en todos los espacios posibles.
EL CONFIDENTE es una
aventura que te lleva a un teatro muy bien anclado en el siglo XX –en cuanto a
referencias, sitios y personajes- y Gilberto Pinto reconstruye parte de la
historia acercándonos, tal y como lo explica en el prólogo de su obra “a un mundo de intereses mezquinos, de
megalomanías enfermizas, de mistificación, de discriminación, arrastracuerismos,
de centros de poder que imponen o marginan artistas y de perfiles rayanos a
veces en la imbecilidad o el cinismo, como lo es (en gran medida ) el mundo del
teatro venezolano”, hecho sobre el
cual se construye este discurso y nos deja en vilo a lo largo del tiempo en que
se representa la pieza, y realiza una disección descarnada de los vericuetos en
los que se mueven quienes quieren llegar cada vez más arriba en el Poder, sin
importar el largo inventario de desazones y humillaciones a las que se deben
exponer.
Pieza de Diego Rivera dedicada a Leonardo Ruiz Pineda en 1952. Propiedad Prof. Alfredo Padilla actualmente en la sala Rafael Daboin de la Universidad Nacional Experimental del Táchira. |
Por último, y esta parte
ya es algo que nos atañe como región,
hace un año en el estreno de FRIDA, recibimos en préstamo una obra del artista
mexicano Diego Rivera, dedicada a Leonardo Ruiz Pineda de parte de nuestro
amigo Alfredo Padilla, pieza que ha estado en la entrada de la sala Rafael
Daboin de la UNET desde abril de 2015 y curiosamente han ocurrido algunas
cosas, primero la llegada de Hortensia con la pieza, segundo, la temática sobre
este asesinato en 1952, tercera, en la sala corre un hálito de acercarnos más a
este personaje que está casi olvidado en nuestro imaginario, cuarto, han
aparecido personas y puntos de referencia que nos vinculan, y corroboro lo que
en reiteradas ocasiones hablo con mis actores, las obras escogen a los
directores y no al contrario, total, que hemos estado en medio de una polifonía
que nos lleva hacia este camino sin mediar. Para concluir y esto es con
respecto al estreno de este miércoles 28 de septiembre que se celebra el
centenario del natalicio de Leonardo Ruíz Pineda y lo realizaremos en el Ateneo
de Rubio, lugar de donde es oriundo el personaje y estoy seguro que traerá su
respuesta, algo que no quiero limitarme a ver, sino que deseo vivir.
Cabe destacar que Leonardo
Ruíz Pineda es un personaje con miles de defensores y detractores al unísono, porque
estuvo envuelto en medio de esta trifulca política de los años cincuenta,
período que fue decisivo para nuestro país y que ha generado gran cantidad de
reflexiones en todos los ámbitos, puesto que la praxis política desde ese
entonces hasta hoy, se ha mantenido con los mismos personajes y las mismas
formas de ejercer la represión. Leonardo Ruíz Pineda perdió su vida de manera
cruel y despiadada por intereses ocultos que hoy todavía están cubriendo con su
manto de zozobra, en un país donde no se menciona su nombre, donde es un
escándalo desempolvar estas ideas y donde es casi un delito averiguar sobre los
hechos acaecidos aquel 21 de octubre de 1952. Leonardo junto muchos otros
personajes de nuestra historia regional están reclamando desde su silencio una
reivindicación de sus acciones, de sus ideas y de sus maneras de enfrentar los
embates a los que fueron sometidos, y sobre los que aun sus nombres resuenan en
estos imaginarios de personajes perdidos entre las páginas de los libros.
EL CONFIDENTE es toda una
maraña acciones tanto desde su leiv motiv, la pieza en su totalidad, la manera
como la abordamos y la construcción de los personajes por este elenco tan
particular y la lectura que procuramos hacer, es un testimonio y un reclamo
desde el TEATRO y una propuesta estética
que vamos alimentando en cada ensayo y función, porque es lo que verdaderamente
nos interesa para seguir creciendo en esta poética.
jose
25
de septiembre 2016
06:43