domingo, 7 de agosto de 2016

JUEGOS OLIMPICOS RÍO 2016. FUEGO, RITO Y CUERPO

Las Olimpíadas demuestran nuevamente que hay la voluntad mundial para darnos un espacio de recreación, o tal vez de una palabra a muchos les retuerce y les incomoda llamada Paz que es más una idea ilusa de un mundo utópico, o así al menos puedo visualizarlo desde mi televisor, después de presenciar el despliegue técnico que conllevó la Ceremonia de Apertura de los “Juegos Olímpicos Río 2016” donde el punto álgido fue el resguardo de la naturaleza. En esta ceremonia resalta que un alto porcentaje del territorio brasileño está aún en condición virgen y con más de cincuenta mil especie vivas nuevas que se han descubierto en los últimos años. Podríamos decir que está de manifiesto un discurso entre lo que vivimos a diario en este mundo consumista y el ideal de lo que se debe establecer, atravesado por todo el juego de márquetin de lo que de allí se deriva, pero hoy no quiero interponer este discurso de la devoración, sino enfocarme en los ideales que posiblemente están resaltando y que no podemos ver a ciencia cierta.
Retornar al rito es lo que nos sugiere esta ceremonia que llega a los ciento veinte años de manera activa sólo interrumpida por las ocasiones que en la década de los 40 por motivo de la Guerra y las consecuencias que todos conocemos, y es que las preocupación por abrir esta brecha entre el ritual y la conexión de los dioses está cada día más activo, más latente y es una búsqueda interminable en cada uno de quienes habitamos esta tierra que se ve bastante agobiada. La ceremonia cumple con ciertas características y es el del Ritual porque cumple con su función tal y como lo indica Octavio Paz, atravesamos a un tiempo en el que fluye un tiempo específico que se detiene o acelera, porque es en esta naturaleza sobre la que se basa, estamos hablando de varios puntos que se adhieren como son el Rito de dominio de la naturaleza, el Rito del control del fuego, el Rito de comunicación y obtención la veta ancestral de los dioses que desean hablar,  y el Rito de la corporeidad, porque del cuerpo del deportista se intentará llegar al máximo de sus condiciones para ganarse la gracia de los dioses del Olimpo. Estarán durante tres semanas tratando de entrar en el cuadro de quienes pueden acercarse a los dioses y lograr una meta sin precedente para sus vidas.
Prometheus bringt der Menschheit das FeuerHeinrich Friedrich Füger
La mística no deja de aparecer en este Rito, el orden de las cosas va a la medida con el FUEGO entrando como una pequeña luz por una puerta inmensa en el estadio que hace de templo –y que es un templo moderno- tratando de abrirse paso y que es la recta final de una travesía de más de varios meses que estuvo recorriendo continentes, partiendo de Atenas y pasó de mano en mano de cada uno de los voluntarios que fueron elegidos para acercarla, ella entrará en silencio pasando por la oscuridad, dejando que su iluminación sea la que guíe el destino de los atletas que allí se han congregado, los dioses estarán ansiosos por verla crecer y se han encargado de acercar las musas a los hombres para que sean creativos y el ritual quede bien definido y que tenga toda la rigurosidad que le caso amerite. Ella irá abriendo este espacio mínimo que es el despojo de lo que nos legó Prometeo, que para esta ocasión estará libre de las cadenas de Hefesto, podrá entregarnos el fuego con responsabilidad y luego iremos avanzando hasta el pebetero, se encenderá la luz como una inmensa llamarada que cubrirá los rostros de quienes allí estamos presenciando, cabe destacar que para esta edición de Río 216 era una estructura monumental del artista cinético Anthony Howe que se acerca más a la idea de un Sol inmenso, por eso
nos dio la impresión de un Zeus que baja en medio de sus llamas dejando la sensación simbólica de energía, de vida y si ésta se comparte con la naturaleza nos proporcionará el tiempo suficiente para emocionarnos y dejar que las pasiones salgan a flote.
Es el Rito del Cuerpo que camina, que respira, que vibra y que vive cada instante sin detenerse, esa es la idea de la llama que va recorriendo kilómetros de esfuerzo, en cada paso del atleta que la lleva está la misión de acercarla a nosotros para vivirla y saber que somos mortales, pero en este momento tenemos la indulgencia de los dioses.
Por supuesto que los Dioses nos abandonaron y estamos buscando su gracia, pero en cada Rito tratamos de acercarnos a ellos, ya sea transformados en humanos simples o algunos como héroes, y tratamos de cumplir con cada uno de los pasos que ellos nos han dejado, por ello nace la pregunta ¿desde este enfrentamiento deportivo donde parecemos guerreros que salimos al combate, estamos buscando su aceptación? Pues sí, es así, estamos encontrándonos con ellos, conviviendo con sus hijos, esos semidioses llamados deportistas que logran con sus cuerpos lo que nosotros jamás llegaremos a hacer, encontrarán la eternidad de unos elegidos, mientras les vemos alcanzar sus proezas repletos de esperanzas para quienes les seguimos y les admiramos.
El Atleta como tal busca la gracia de los Dioses y por ello viene a ganarse su venía, por ello que sentimos emoción, al menos de ganar una contienda, cuando vemos los rostros de alegría felicidad y frustración de parte de quienes allí estuvieron batiéndose en medio del sudor, el dolor, la presión y con mucho esfuerzo, que algunas veces no es capaz de soportar con su cuerpo, pero en eso es que consiste el deporte, en un desgaste indiscriminado de este cofre llamado cuerpo, que a veces puede ser tan fuerte como una barrera de hierro pero en ocasiones se fractura como una pequeña espiga, porque somos naturaleza y de ella venimos. Es más un acto de redención y de espiritualidad lo que NOS lleva y LOS lleva estar horas y horas contemplando o jugando, para decir que allí estuvimos en sintonía con nuestro ser ancestral.
Me emocioné al ver el número inmenso de deportistas que caminaron ayer por el centro del estadio Maracaná de Río, donde se conjuga una remembranza entre la Torre de Babel y los juegos Pan Helénicos que tanto hemos estudiado, es esta idea de enfrentarnos, pero al unísono nos unimos porque eso es la filosofía del deporte, simples contiendas que llevan un peso más enorme del que se pueda imaginar, es el duelo del talento, de la habilidad, del desarrollo de la destreza, de la apertura y prueba de la inteligencia, es la vida la que se entrega en cada uno de los movimientos del deportista, por ello no puedo dejar aferrarme a ese espacio que el cuerpo ocupa para tratar de impulsar al máximo su capacidad.
Es sin duda el deporte la práctica más ancestral, el resultado del ritual del arte del cuerpo en plena emancipación de terrenos insondables en los que se inmiscuye y que no da cabida a vacilaciones, es el deporte una proeza humana que es mil veces menospreciada y es bastante manipulada por los enemigos de los dioses, aquellos a quienes están tratando de desvirtuarlo podríamos ver en sus ojos las miradas de Minos o Acrisio o tal vez de todos los reyes,  pero en su sentido puro es la construcción de un sentido de vida el Elan Vital que está dentro de cada uno de los seres humanos, que estalla en el más mínimo intento, pero no hay que buscarlo con tanta ansiedad porque él nos está aguardando, algunos tiene un sino que los lleva a encontrarlo desde su nacimiento, otros –al menos yo- nos resulta muy difícil entenderlo. Podemos decir que es la mano del deporte lo que más se asemeja al  ciclo de la vida, tal vez por eso soy un fanático asiduo de los deportes en general.
Una vez vimos un niño tratar de luchar por la Paz, aunque sea un tema álgido que no le encontramos explicación,  y así como ese niño hay millones de personas que se lamentan y están muriendo en el instante en que escribo estas ideas, sabemos también que quienes patrocinan estos juegos posiblemente en su mayoría también financian de organizaciones criminales y terroristas, esa también es la naturaleza humana que por un camino alimenta y por el mismo sin tregua asesina y esa es la dualidad que hemos heredado de los dioses. Hoy no ando buscando estas explicaciones a la guerra, porque es un flagelo que nos acompaña a diario, la muerte ronda sin explicaciones, simplemente va de un lado a otro esperando asaltar los grupos que tratan de sobrevivir, como referencia vemos que ni siquiera los Juegos Olímpicos se han salvado e históricamente podemos registrar atentados y suspensiones de hechos deportivos por estas razones. Pero me quiero enfocar ahora miso en la expectativa de los millones de personas que vimos esta ceremonia inaugural, que nos emocionamos con el encendido del pebetero por parte de Vanderlei de Lima quien fue despojado de la presea de oro en el Maratón de 2004 por parte de un fanático religiosos, y lo más importante de esto es que los dioses de nuevo le dan su oportunidad para que reivindique y es el elegido por el Comité Olímpico, faltando apenas un par de días en medio de una trifulca de nombres y renombres todos muy importantes fue a él a quienes los dioses designaron, y por el sino que le ha marcado tuvo que subir y encender la Llama Olímpica. También es claro que responde a la frase con la que inician los juego cuando fueron fundados por el Barón Pierre de Coubertin en 1896 "Lo esencial en la vida no es vencer, sino luchar bien", es un ejemplo de vigencia que el tiempo de los dioses está marcado y no se puede despegar de ellos, ellos marcan el sino y nosotros les seguimos sin detenernos, porque a fin de cuentas, para qué deseamos alejarnos de su venia.
Para no alejarnos de la ceremonia Olímpica otro momento álgido y muy emotivo fue cuando desfilaron las delegaciones de cada uno de los países, con sus atuendos modernos y con todo lo que el momento representa en materia intercambio cultural se refiere y más aún cuando vimos en el puesto 200 a la representación de Venezuela que se une a esta celebración.
Es pues el deporte una de las manifestaciones, y creo que de muy pocas, que logra congregar  a millones en una ciudad o en nuestros televisores, es la Olimpíada, un espejo de lo que somos, lo que queremos convertirnos y la respuesta a un mundo simbólico que trata de resarcir esta oscuridad a la que se quiere sumir a la humanidad. El deporte es indispensable, allí estaremos jugando con pasiones que van a transmitirse en cada uno de quienes los presenciamos, como hombre de las artes que me he entregado por completo al deporte como aficionado y como practicante –aunque sea el peor de mi especialidad, pero lo hago sin importar si pierdo cada día, porque a fin de cuentas es para disfrutarlo y no para humillar a los otros- creo que es una extraordinaria oportunidad para mirar lo que somos, mostramos un rasgo de humanidad y logramos vernos.
Las personas quieren  evaluar por número de medallas, por estadísticas, por cantidades algo que es totalmente subjetivo, algo que va por dentro, de un talento que trata de mirar por las ventanas de los ojos, por las hendiduras del alma y que se manifiesta en disciplinas y convenciones que hemos ido atinando desde el siglo XIX y que va más allá de lo que nos podemos imaginar. Es pues, una oportunidad para acercarnos a las inmensas ganas de contacto del Otro que nos mira con detenimiento, que trata de evocar a los dioses y de lograr su benevolencia o concluir con éxito el camino emprendido.
Reitero, La Ritualidad enmarca esta ceremonia, con la traída del FUEGO de los DIOSES, el maratonista es una especie de Prometeo que nos entrega el tesoro más preciado de Zeus y debemos mantenerlo vivo por el tiempo de la disputa, pero es simplemente en físico porque este Fuego se propaga en cada uno de los que desean sin freno continuar o enseñar a los demás para tratar de cobijarlos en esta figura del deporte. Es el Fuego la intención que está dentro de cada uno de los que vivimos en este universo y esa llama nos ha llevado a transformarnos en artificies de un Fuego mayor, como el Fuego en el que nos pide que nos sumerjamos tal y como lo hizo Buda y de esta manera poder encontrar el universo en simultaneo, es la limpieza del cuerpo, del alma, del espíritu que se transforma en energía…en vida.
Por eso cuando quiero hablar de esta ceremonia que fue apoteósicamente realizada por un país como Brasil, que es nuestro vecino y que está en medio de una selva fantástica, nos lleva de nuevo a ver nuestros orígenes, a nuestros Ritos más Primitivos y humanos, asomándonos a este pebetero en forma de dios SOL que se mueve en mil direcciones y que se dinamiza a cada instante, estoy seguro que es pura energía, que logramos de nuevo convencer a los Dioses para que nos den su venia y su benevolencia por un rato más.

jose
07 de agosto 2016
3.00 am