Las Olimpíadas demuestran nuevamente que
hay la voluntad mundial para darnos un espacio de recreación, o tal vez de una
palabra a muchos les retuerce y les incomoda llamada Paz que es más una idea
ilusa de un mundo utópico, o así al menos puedo visualizarlo desde mi televisor,
después de presenciar el despliegue técnico que conllevó la Ceremonia de
Apertura de los “Juegos Olímpicos Río 2016” donde el punto álgido fue el
resguardo de la naturaleza. En esta ceremonia resalta que un alto porcentaje
del territorio brasileño está aún en condición virgen y con más de cincuenta
mil especie vivas nuevas que se han descubierto en los últimos años. Podríamos
decir que está de manifiesto un discurso entre lo que vivimos a diario en este
mundo consumista y el ideal de lo que se debe establecer, atravesado por todo
el juego de márquetin de lo que de allí se deriva, pero hoy no quiero
interponer este discurso de la devoración, sino enfocarme en los ideales que
posiblemente están resaltando y que no podemos ver a ciencia cierta.
Retornar al rito es lo que nos sugiere
esta ceremonia que llega a los ciento veinte años de manera activa sólo
interrumpida por las ocasiones que en la década de los 40 por motivo de la
Guerra y las consecuencias que todos conocemos, y es que las preocupación por
abrir esta brecha entre el ritual y la conexión de los dioses está cada día más
activo, más latente y es una búsqueda interminable en cada uno de quienes
habitamos esta tierra que se ve bastante agobiada. La ceremonia cumple con
ciertas características y es el del Ritual porque cumple con su función tal y
como lo indica Octavio Paz, atravesamos a un tiempo en el que fluye un tiempo
específico que se detiene o acelera, porque es en esta naturaleza sobre la que
se basa, estamos hablando de varios puntos que se adhieren como son el Rito de
dominio de la naturaleza, el Rito del control del fuego, el Rito de comunicación
y obtención la veta ancestral de los dioses que desean hablar, y el Rito de la corporeidad, porque del cuerpo
del deportista se intentará llegar al máximo de sus condiciones para ganarse la
gracia de los dioses del Olimpo. Estarán durante tres semanas tratando de
entrar en el cuadro de quienes pueden acercarse a los dioses y lograr una meta
sin precedente para sus vidas.
Prometheus bringt der Menschheit das FeuerHeinrich Friedrich Füger |
La mística no deja de aparecer en este Rito,
el orden de las cosas va a la medida con el FUEGO entrando como una pequeña luz
por una puerta inmensa en el estadio que hace de templo –y que es un templo
moderno- tratando de abrirse paso y que es la recta final de una travesía de
más de varios meses que estuvo recorriendo continentes, partiendo de Atenas y
pasó de mano en mano de cada uno de los voluntarios que fueron elegidos para
acercarla, ella entrará en silencio pasando por la oscuridad, dejando que su
iluminación sea la que guíe el destino de los atletas que allí se han
congregado, los dioses estarán ansiosos por verla crecer y se han encargado de
acercar las musas a los hombres para que sean creativos y el ritual quede bien
definido y que tenga toda la rigurosidad que le caso amerite. Ella irá abriendo
este espacio mínimo que es el despojo de lo que nos legó Prometeo, que para
esta ocasión estará libre de las cadenas de Hefesto, podrá entregarnos el fuego
con responsabilidad y luego iremos avanzando hasta el pebetero, se encenderá la
luz como una inmensa llamarada que cubrirá los rostros de quienes allí estamos
presenciando, cabe destacar que para esta edición de Río 216 era una estructura
monumental del artista cinético Anthony Howe que se acerca más a la idea de un Sol
inmenso, por eso
nos dio la impresión de un Zeus que baja en medio de sus
llamas dejando la sensación simbólica de energía, de vida y si ésta se comparte
con la naturaleza nos proporcionará el tiempo suficiente para emocionarnos y
dejar que las pasiones salgan a flote.
Es el Rito del Cuerpo que camina, que
respira, que vibra y que vive cada instante sin detenerse, esa es la idea de la
llama que va recorriendo kilómetros de esfuerzo, en cada paso del atleta que la
lleva está la misión de acercarla a nosotros para vivirla y saber que somos
mortales, pero en este momento tenemos la indulgencia de los dioses.
Por supuesto que los Dioses nos abandonaron
y estamos buscando su gracia, pero en cada Rito tratamos de acercarnos a ellos,
ya sea transformados en humanos simples o algunos como héroes, y tratamos de
cumplir con cada uno de los pasos que ellos nos han dejado, por ello nace la
pregunta ¿desde este enfrentamiento deportivo donde parecemos guerreros que salimos
al combate, estamos buscando su aceptación? Pues sí, es así, estamos encontrándonos
con ellos, conviviendo con sus hijos, esos semidioses llamados deportistas que
logran con sus cuerpos lo que nosotros jamás llegaremos a hacer, encontrarán la
eternidad de unos elegidos, mientras les vemos alcanzar sus proezas repletos de
esperanzas para quienes les seguimos y les admiramos.
El Atleta como tal busca la gracia de
los Dioses y por ello viene a ganarse su venía, por ello que sentimos emoción,
al menos de ganar una contienda, cuando vemos los rostros de alegría felicidad
y frustración de parte de quienes allí estuvieron batiéndose en medio del
sudor, el dolor, la presión y con mucho esfuerzo, que algunas veces no es capaz
de soportar con su cuerpo, pero en eso es que consiste el deporte, en un
desgaste indiscriminado de este cofre llamado cuerpo, que a veces puede ser tan
fuerte como una barrera de hierro pero en ocasiones se fractura como una
pequeña espiga, porque somos naturaleza y de ella venimos. Es más un acto de
redención y de espiritualidad lo que NOS lleva y LOS lleva estar horas y horas
contemplando o jugando, para decir que allí estuvimos en sintonía con nuestro
ser ancestral.
Me emocioné al ver el número inmenso de
deportistas que caminaron ayer por el centro del estadio Maracaná de Río, donde
se conjuga una remembranza entre la Torre de Babel y los juegos Pan Helénicos que
tanto hemos estudiado, es esta idea de enfrentarnos, pero al unísono nos unimos
porque eso es la filosofía del deporte, simples contiendas que llevan un peso
más enorme del que se pueda imaginar, es el duelo del talento, de la habilidad,
del desarrollo de la destreza, de la apertura y prueba de la inteligencia, es
la vida la que se entrega en cada uno de los movimientos del deportista, por
ello no puedo dejar aferrarme a ese espacio que el cuerpo ocupa para tratar de
impulsar al máximo su capacidad.
Es sin duda el deporte la práctica más
ancestral, el resultado del ritual del arte del cuerpo en plena emancipación de
terrenos insondables en los que se inmiscuye y que no da cabida a vacilaciones,
es el deporte una proeza humana que es mil veces menospreciada y es bastante
manipulada por los enemigos de los dioses, aquellos a quienes están tratando de
desvirtuarlo podríamos ver en sus ojos las miradas de Minos o Acrisio o tal vez
de todos los reyes, pero en su sentido
puro es la construcción de un sentido de vida el Elan Vital que está dentro de
cada uno de los seres humanos, que estalla en el más mínimo intento, pero no
hay que buscarlo con tanta ansiedad porque él nos está aguardando, algunos
tiene un sino que los lleva a encontrarlo desde su nacimiento, otros –al menos
yo- nos resulta muy difícil entenderlo. Podemos decir que es la mano del deporte
lo que más se asemeja al ciclo de la vida,
tal vez por eso soy un fanático asiduo de los deportes en general.
Una vez vimos un niño tratar de luchar
por la Paz, aunque sea un tema álgido que no le encontramos explicación, y así como ese niño hay millones de personas
que se lamentan y están muriendo en el instante en que escribo estas ideas, sabemos
también que quienes patrocinan estos juegos posiblemente en su mayoría también
financian de organizaciones criminales y terroristas, esa también es la
naturaleza humana que por un camino alimenta y por el mismo sin tregua asesina
y esa es la dualidad que hemos heredado de los dioses. Hoy no ando buscando
estas explicaciones a la guerra, porque es un flagelo que nos acompaña a
diario, la muerte ronda sin explicaciones, simplemente va de un lado a otro
esperando asaltar los grupos que tratan de sobrevivir, como referencia vemos
que ni siquiera los Juegos Olímpicos se han salvado e históricamente podemos
registrar atentados y suspensiones de hechos deportivos por estas razones. Pero
me quiero enfocar ahora miso en la expectativa de los millones de personas que
vimos esta ceremonia inaugural, que nos emocionamos con el encendido del
pebetero por parte de Vanderlei de Lima quien fue despojado de la presea de oro
en el Maratón de 2004 por parte de un fanático religiosos, y lo más importante
de esto es que los dioses de nuevo le dan su oportunidad para que reivindique y
es el elegido por el Comité Olímpico, faltando apenas un par de días en medio
de una trifulca de nombres y renombres todos muy importantes fue a él a quienes
los dioses designaron, y por el sino que le ha marcado tuvo que subir y
encender la Llama Olímpica. También es claro que responde a la frase con la que
inician los juego cuando fueron fundados por el Barón Pierre de Coubertin en
1896 "Lo esencial en la vida no es vencer, sino luchar bien",
es un ejemplo de vigencia que el tiempo de los dioses está marcado y no se
puede despegar de ellos, ellos marcan el sino y nosotros les seguimos sin
detenernos, porque a fin de cuentas, para qué deseamos alejarnos de su venia.
Para no alejarnos de la ceremonia Olímpica
otro momento álgido y muy emotivo fue cuando desfilaron las delegaciones de
cada uno de los países, con sus atuendos modernos y con todo lo que el momento
representa en materia intercambio cultural se refiere y más aún cuando vimos en
el puesto 200 a la representación de Venezuela que se une a esta celebración.
Es pues el deporte una de las manifestaciones,
y creo que de muy pocas, que logra congregar
a millones en una ciudad o en nuestros televisores, es la Olimpíada, un
espejo de lo que somos, lo que queremos convertirnos y la respuesta a un mundo
simbólico que trata de resarcir esta oscuridad a la que se quiere sumir a la humanidad.
El deporte es indispensable, allí estaremos jugando con pasiones que van a
transmitirse en cada uno de quienes los presenciamos, como hombre de las artes
que me he entregado por completo al deporte como aficionado y como practicante
–aunque sea el peor de mi especialidad, pero lo hago sin importar si pierdo
cada día, porque a fin de cuentas es para disfrutarlo y no para humillar a los
otros- creo que es una extraordinaria oportunidad para mirar lo que somos, mostramos
un rasgo de humanidad y logramos vernos.
Las personas quieren evaluar por número de medallas, por
estadísticas, por cantidades algo que es totalmente subjetivo, algo que va por
dentro, de un talento que trata de mirar por las ventanas de los ojos, por las hendiduras
del alma y que se manifiesta en disciplinas y convenciones que hemos ido
atinando desde el siglo XIX y que va más allá de lo que nos podemos imaginar.
Es pues, una oportunidad para acercarnos a las inmensas ganas de contacto del
Otro que nos mira con detenimiento, que trata de evocar a los dioses y de
lograr su benevolencia o concluir con éxito el camino emprendido.
Reitero, La Ritualidad enmarca esta
ceremonia, con la traída del FUEGO de los DIOSES, el maratonista es una especie
de Prometeo que nos entrega el tesoro más preciado de Zeus y debemos mantenerlo
vivo por el tiempo de la disputa, pero es simplemente en físico porque este Fuego
se propaga en cada uno de los que desean sin freno continuar o enseñar a los
demás para tratar de cobijarlos en esta figura del deporte. Es el Fuego la
intención que está dentro de cada uno de los que vivimos en este universo y esa
llama nos ha llevado a transformarnos en artificies de un Fuego mayor, como el
Fuego en el que nos pide que nos sumerjamos tal y como lo hizo Buda y de esta
manera poder encontrar el universo en simultaneo, es la limpieza del cuerpo,
del alma, del espíritu que se transforma en energía…en vida.
Por eso cuando quiero hablar de esta
ceremonia que fue apoteósicamente realizada por un país como Brasil, que es
nuestro vecino y que está en medio de una selva fantástica, nos lleva de nuevo
a ver nuestros orígenes, a nuestros Ritos más Primitivos y humanos, asomándonos
a este pebetero en forma de dios SOL que se mueve en mil direcciones y que se
dinamiza a cada instante, estoy seguro que es pura energía, que logramos de
nuevo convencer a los Dioses para que nos den su venia y su benevolencia por un
rato más.
jose
07 de agosto 2016
3.00 am