En
Venezuela estamos atravesando por un proceso que nos está dejando mucho para
reflexionar en materia de gestión cultural, vemos claros vestigios de empuje y
salidas necesaria porque queremos despegar de una vez por todas del caos en el
que hemos estado viviendo quienes estamos en el arte, pero existen miles de
obstáculos para que el cometido original no se materialice.
Claro
ejemplo es que en la Gobernación del Táchira y el Gabinete de la Cultura hay un
equipo de personas que están las 24 horas del día entregados a la prosecución
de planes y programas que nacen a nivel nacional, allí se trata por todos los
medios que estas ideas lleguen a las comunidades por igual. Pero hay cantidad
de personajes que se autodenominan “artistas” –ajenos a las instituciones- que
aparecen como aves de rapiña para ahogar cualquier vestigio de entrega de
recursos y de programaciones, tomándose atribuciones casi unilaterales, y es
allí donde las ideas van a parar al fondo de los intereses personales.
Tal
vez estemos hablando de una utopía al pensar que todos los artistas necesitan
equidad en la entrega de estos recursos para su subsistencia, pero aparece la
diatriba que está basada en lo siguiente:
Primero,
el teatrista se limita a realizar su creación en función de lo que le otorga la
institución, es decir, he escuchado “amigos” teatristas que hablan de realizar
una trabajo siempre y cuando se le otorguen los recursos, y mi pregunta radica
en que el arte es un acto personal, basado en las investigaciones y líneas
estéticas que se van desarrollando, entonces, ¿por qué se ocultan detrás de
esta idea para hacerse llamar artistas?
En
segundo lugar, existen los que sólo vieron su incapacidad intelectual y ahora
se consideran “artistas”, como si este trabajo fuese una simple actitud de ineptos
ante un hecho, o peor, hay algunos que apenas van iniciando su camino y ya
aparecen con proyectos financiables, sin un claro horizonte estético,
simplemente con la idea de descargar parte del botín.
Tercer
punto muy álgido, hay fundaciones que se hacen llamar “culturales”, donde vemos
que hay “toderos” al mejor estilo de los “bachaqueros
de la cultura” para alimentarse de las instituciones, y se convierten en
parásitos de un sistema, se toman espacios públicos a la fuerza, inventan
talleres, cursos y montajes de una calidad muy poco aceptable o casi nula, lo
que nos deja en ascuas de nuevo, puesto que debemos tratar de sobrevivir a los
embates de la ignorancia artística cada semana.
Cuarto,
tenemos los oportunistas y estafadores del estado, que están a la espera de
nuevos proyectos que dicten desde la capital para ellos aprovecharse de comprar
hasta lo que NO necesitan, siempre bajo la idea de iniciar un trabajo que
“supuestamente” ahora sí va a repercutir en medio de muchas escuelas y
comunidades, porque “la prioridad son los niños y adolescentes”, cuando sabemos
que son simplemente unos corsarios de la inocencia de algunas instituciones que
consideran que el arte debe llegar a todas partes. Y es que el deber en el que
se trabaja arduamente en las instituciones públicas está allí, en llegar a
todos los rincones, pero que estos personajes mal llamados “artistas” no están
interesados en llegar a estos niveles, dejando a quienes si quieren trabajar
rezagados y marginados en la inopia.
Es
una verdadera lástima, puesto que el ideal con el que se inician los programas
simplemente cae al vacío sin posibilidad de realizar un rescate mínimo.
Por
último, es sumamente importante, la necesidad de un TEATRO con clara
orientación intelectual, un TEATRO que busque la investigación oportuna, porque
últimamente vemos trabajos que están llegando a las masas, pero por pedido de
líneas políticas y la visión de algunos “teatristas” queda muy por debajo de lo que
realmente vienen trabajando. En el
estado Táchira la mayoría de los Teatristas No tienen una concepción de TEATRO, y por ello seguimos viendo los
mismos montajes de hace más de veinte años y repeticiones sin cesar de
estructuras complacientes, mostrando al resto de quienes coexistimos en la
región que no se hace TEATRO, salvo pequeños vestigios que están tratando de
salir a flote sin referencia alguna.
Lamentable
este panorama en el que vemos nuestro movimiento TEATRAL TACHIRENSE y esperemos
en algún momento los artistas, que son los responsables ,vean esto como una
actividad seria y no como una oportunidad para solventar sus problemas
domésticos, porque de estos “AMIGOS” se ha llenado el gremio.
No
se olviden: “¡El TEATRO es un peligro para la ignorancia!!!”