lunes, 13 de julio de 2015

La performance de la Copa América.

El mes pasado se desarrolló el torneo de fútbol más antiguo de la historia, la Copa América, caracterizado por la asistencia de las selecciones de Sudamérica que registran un alto índice de jugadores de primera línea, que la convierte en la competición estelar. Pero es que hay algo más detrás de esta idea del deporte como medio de unificación y es todo el juego industrial, mercantil y económico que lo rodea.


Los televidentes estuvimos conectados a nuestras señales de televisión e internet sin pausa para ver las genialidades de estos personajes, muchos se colocaron la camiseta del equipo de su preferencia dejando de manifiesto que esta fiesta es multicolor y que va más allá de simples nacionalismos trasnochados que nos quieren hacer ver. Múltiples aficionados y no tan interesados se  verán obligados a dejar sus rutinas diarias para quedar extasiados de las jugadas y comentarios que giran en torno a este acontecimiento.

Las personas se reunieron en torno a la transmisión, se intercambiaron comentarios, impresiones y emociones que van en todos los niveles dejando de manifiesto que todos podemos hablar de fútbol, y en un rato seremos al unísono, eruditos y expertos en el balompié sin distinción social, o posición política e ideológica.

Y es que el fútbol de nuevo logra su cometido, venderse a un precio  muy alto y nos impone un ritmo de vida, de intereses, porque es un ola de información que nos arropa para dejarnos estupefactos por la cantidad de mensajes o de promociones que nos resultan llamativas y corremos como autómatas a seguirlas. Es cierto que el fútbol se convierte en un vehículo peligroso para lograr la uniformidad del pensamiento, pero también es cierto que él con su dinámica logra encantar a quienes nos detenemos a verlo, por ello no lo considero un peligro, puesto que sabemos a qué nos enfrentamos.

Los conflictos cesan en parte porque hay un velo que se establece, sus detractores simplemente van a generar la polémica sobre la agresividad de lo que nos venden, pero el fútbol se sale con la suya y se convierte en la alternativa para quien lo toma. ¿Que si existen interés de por medio?, sí, claro, pero cada quien toma lo que le conviene y sigue, arranca la carrera por captar más personas y esa es su dinámica desde que nació.

Como toda acción humana termina siendo mediática y avasallante, millones de personas alrededor del mundo están al tanto de lo que realizan sus figuras favoritas que actualmente están a servicio de equipos en Europa y que ahora nos dejan este espectáculo único e indescriptible.

Por supuesto que también desencadena una serie de improperios de parte de sus detractores y en Venezuela no se han hecho esperar, muchos “intelectuales” luchan contra esta fiebre futbolística resaltando el caos económico que nos agobia, aunque también es válido su planteamiento, porque el fútbol se convierte en una espacie de analgésico y de vacío de memoria en el tiempo que perdura. Ejemplo, el domingo en el triunfo de Venezuela sobre Colombia -que ya se hizo tradición paralizar todo cuando estas oncenas se enfrentan- y todos los venezolanos nos volcamos hacia el juego sabiendo que hay un conflicto en el desabastecimiento y miles de problemas que de allí se derivan, pero es fundamental saber que hay la posibilidad de salir y volver a entrar en estos estados de placer.

Es indispensable que veamos al fútbol como un aliciente en medio de la hecatombe, no es entregarnos por completo a la ignominia, pero las masas también necesitan su instante de entretenimiento y es esta acción la que se lo permite. Por ello, por estos veinte y tanto de días estuvimos pendientes de los resultados, de colocarnos las camiseta para después del 4 de julio retornar a los quehaceres diarios, para volver a las restricciones y demás acciones que nos deterioran nuestra vida “normal”. Sin embargo el fútbol, seguirá siendo el amigo y enemigo de las masas tratando de meterse en nuestras casas para mostrarnos una industria de medios para que quedemos prendados de él.


El futbol es de nuevo el bueno y el malo, el que es criticado y el que es vapuleado, el que se enfrenta y el que se adapta, y el que espera para atacarnos y convertirnos en autómatas frente los televisores. Pero de algo estamos seguros, el fútbol es el opio actual de nuestra sociedad, pero como un buen vicio es necesario para sobrellevar nuestra s vidas.

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