El
mes pasado se desarrolló el torneo de fútbol más antiguo de la historia, la
Copa América, caracterizado por la asistencia de las selecciones de Sudamérica que registran un alto índice de jugadores de primera línea, que la convierte en
la competición estelar. Pero es que hay algo más detrás de esta idea del
deporte como medio de unificación y es todo el juego industrial, mercantil y
económico que lo rodea.
Los
televidentes estuvimos conectados a nuestras señales de televisión e internet sin
pausa para ver las genialidades de estos personajes, muchos se colocaron la
camiseta del equipo de su preferencia dejando de manifiesto que esta fiesta es
multicolor y que va más allá de simples nacionalismos trasnochados que nos
quieren hacer ver. Múltiples aficionados y no tan interesados se verán obligados a dejar sus rutinas diarias
para quedar extasiados de las jugadas y comentarios que giran en torno a este
acontecimiento.
Las
personas se reunieron en torno a la transmisión, se intercambiaron comentarios,
impresiones y emociones que van en todos los niveles dejando de manifiesto que
todos podemos hablar de fútbol, y en un rato seremos al unísono, eruditos y
expertos en el balompié sin distinción social, o posición política e
ideológica.
Y
es que el fútbol de nuevo logra su cometido, venderse a un precio muy alto y nos impone un ritmo de vida, de
intereses, porque es un ola de información que nos arropa para dejarnos
estupefactos por la cantidad de mensajes o de promociones que nos resultan
llamativas y corremos como autómatas a seguirlas. Es cierto que el fútbol se
convierte en un vehículo peligroso para lograr la uniformidad del pensamiento,
pero también es cierto que él con su dinámica logra encantar a quienes nos
detenemos a verlo, por ello no lo considero un peligro, puesto que sabemos a
qué nos enfrentamos.
Los
conflictos cesan en parte porque hay un velo que se establece, sus detractores
simplemente van a generar la polémica sobre la agresividad de lo que nos
venden, pero el fútbol se sale con la suya y se convierte en la alternativa
para quien lo toma. ¿Que si existen interés de por medio?, sí, claro, pero cada
quien toma lo que le conviene y sigue, arranca la carrera por captar más personas
y esa es su dinámica desde que nació.
Como
toda acción humana termina siendo mediática y avasallante, millones de personas
alrededor del mundo están al tanto de lo que realizan sus figuras favoritas que
actualmente están a servicio de equipos en Europa y que ahora nos dejan este
espectáculo único e indescriptible.
Por
supuesto que también desencadena una serie de improperios de parte de sus
detractores y en Venezuela no se han hecho esperar, muchos “intelectuales”
luchan contra esta fiebre futbolística resaltando el caos económico que nos
agobia, aunque también es válido su planteamiento, porque el fútbol se
convierte en una espacie de analgésico y de vacío de memoria en el tiempo que perdura.
Ejemplo, el domingo en el triunfo de Venezuela sobre Colombia -que ya se hizo
tradición paralizar todo cuando estas oncenas se enfrentan- y todos los
venezolanos nos volcamos hacia el juego sabiendo que hay un conflicto en el
desabastecimiento y miles de problemas que de allí se derivan, pero es
fundamental saber que hay la posibilidad de salir y volver a entrar en estos
estados de placer.
Es
indispensable que veamos al fútbol como un aliciente en medio de la hecatombe,
no es entregarnos por completo a la ignominia, pero las masas también necesitan
su instante de entretenimiento y es esta acción la que se lo permite. Por ello,
por estos veinte y tanto de días estuvimos pendientes de los resultados, de
colocarnos las camiseta para después del 4 de julio retornar a los quehaceres
diarios, para volver a las restricciones y demás acciones que nos deterioran
nuestra vida “normal”. Sin embargo el fútbol, seguirá siendo el amigo y enemigo
de las masas tratando de meterse en nuestras casas para mostrarnos una industria
de medios para que quedemos prendados de él.
El
futbol es de nuevo el bueno y el malo, el que es criticado y el que es
vapuleado, el que se enfrenta y el que se adapta, y el que espera para atacarnos
y convertirnos en autómatas frente los televisores. Pero de algo estamos seguros,
el fútbol es el opio actual de nuestra sociedad, pero como un buen vicio es necesario para sobrellevar nuestra s vidas.
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