martes, 11 de septiembre de 2012

Limardo, las preseas, los venezolanos…


El mes pasado concluyeron los Juego Olímpicos Londres 2012, de nuevo vimos el despliegue de producción y mercantilismo desbocado que de allí se genera, de nuevo presenciamos la organización de un evento de tamaño monumental que nos arropó durante tres semanas las señales de televisión e internet. Una vez más pudimos presenciar la performance de miles de deportistas considerados los mejores del mundo, que engalanaron sus países de oro, plata y bronce, demostrándonos que hay toda una industria y religión detrás del deporte y que ahora hablamos de superhumanos que establecen marcas, records y ejemplos de disciplina insoportable.

Pues sí, en medio de todo este panorama aparece el nombre de Rubén Limardo, que se convierte en el segundo venezolano en traerse una presea de oro. Lo que considero es un logro para un país como el nuestro, que de seguro será el incentivo para que muchos jóvenes de hoy se preparen y cumplan con su ciclo olímpico, para puedan traer más medallas a un país ávido de buenas noticias.

Estar entre los privilegiados del oro olímpico no es nada fácil, es un trabajo que debe labrarse paso a paso, con muchísima constancia, sacrificio corporal, intelectual y emocional, lo que me deja una sensación de un Limardo que está ceñido a su trabajo.
Considero que podremos abrirnos un camino que estará marcado por estas ansias de aplicar los métodos y técnicas más ecuánimes para que los demás deportistas puedan llegar al podio.

Pero los venezolanos estamos marcados por un letargo que nos va llevando de la mano, una desfiguración de todo lo que son buenas noticias, nos olvidamos de los esfuerzos que esto requiere como por ejemplo: con el triunfo de Limardo estamos siempre pensando que “alguien se la compró”, que “Venezuela no gana sino en deportes que nadie conoce” –como en este caso la esgrima-, que el muchacho “ni siquiera conoce a Venezuela porque desde hace ocho años se mudó a Polonia” para poder perfeccionar su técnica, que ahora “es chavista y por eso debería salir del país y no volver más nunca”, que si el “único que sabe manejar la espada en este país es el Zorro y el Presidente Chávez”.

Es decir, nos burlamos de los triunfos de nuestros pares, de nuestra ilusión y de una brecha que puede darnos una luz en esta materia.

Es posible que sea cierta la tesis de Maritza Montero sobre la posibilidad de un  venezolano que sólo ve a su alrededor los aspectos negativos es cierta,  y en la mayoría de los casos se fantasea con la idea de fracasar constantemente. Pero creo que las nuevas generaciones están más al pendiente de recrear una nueva forma de ver el mundo, de impulsar los logros en deportes, artes, tecnología y otras áreas del conocimiento humano que van aumentando en número y en calidad.

Espero no se olviden de Morochito Rodríguez, de Rafael Vidal, de Arlindo Gouveia, Adriana Carmona, Enrico Forcella, Dalia Contreras, Amelia Hernández entre otros que nos demuestra lo que se puede hacer, y corroboran que acá no somos más que un puñado de quejumbrosos que no sabemos apreciar lo que tenemos al lado y nos vanagloriamos de las derrotas y fracasos constantes.

Me alegra mucho que los venezolanos podamos participar en estos Juegos Olímpicos que son la excelencia en el deporte mundial y no todos los seres humanos pueden llegar hasta allá. Es por eso que no tolero que se hagan estos comentarios tan soeces y tan vacíos.

Cada día me convenzo mas de los alcances de nuestro país, y por cierto, conocen estos nombres: Erwin Maldonado (natación), Jakson Rodríguez (ciclismo), José Peña (atletismo) y Pedro Mora (maratonista), son los tachirenses que formaron parte de la delegación venezolana en los Juegos olímpicos.

Sólo un hombre no puede contra el resto del mundo, pero grupo se logran mas metas.

Un saludo a nuestros amigos los deportistas.

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