martes, 4 de septiembre de 2012

El Cristo y la performance.


Durante más de una semana miles de personas emprendieron un camino desde San Cristóbal que recorre algo así como setenta kilómetros atravesando el páramo, hasta llegar a la población de La Grita. Esta peregrinación se realiza como un acto de fe, dejando una serie de promesas cumplidas y de prevenciones espirituales para el futuro.

En las manifestaciones de fe multitudinaria se dejan oír cientos de historias que tienen un destino en común, aliviadas por las bendiciones que emana el Santo Cristo de La Grita pero que van acompañadas de ciertas normas a lo largo del camino.

Hay un libreto que se debe leer e interpretar desde la salida, pasando por la Virgen de Táriba, el Niño Jesús de Cordero, Mesa de Aura, el Páramo del Zumbador y El Cobre, cada uno con una parada obligatoria que requiere de ciertos rituales, ya sea para elevar una oración o para que los peregrinos descansen un instante. Es un camino que se convierte en romería de creyentes y de agnósticos que van de la mano siguiendo estos pasos, que culturalmente se han venido desarrollando desde los últimos años y que ahora tiende a propagarse con mayor ahínco.

Es una performance cultural que se desarrolla de manera colectiva y ya es parte de una celebración que año tras año va tejiendo sus bases y ganando mas impulso, con actores que se suman a esta caminata, que no es más que una remembranza de un sacrificio corporal para llegar a una meta. Es curiosa la manera cómo no sólo las personas que caminan se organizan, sino que van aunados los habitantes del borde de la carretera, convirtiendo la promesa en una gran fiesta de espacios de identidad.

Es posible que estemos ante el nacimiento de una celebración cultural que va a convertirse en una atracción turística con el pasar del tiempo, que se irá propagando a otras zonas del país, donde estas pruebas complejas de pasar por un páramo o de empinarse en una “trocha”, sean las formas populares para llegar hasta el destino unas doce horas después.

Pero lo importante en sí es la celebración de una comunidad que va implantando cada vez más acciones, tan complejas por su forma de establecer las pautas. Es muy importante tomar en cuenta que es un esfuerzo mancomunado, no sólo de quienes se atreven a caminar (que precisamente no son atletas), sino de quienes le acompañan con la logística y de las autoridades de los municipios por los cuales atraviesa la ruta, además de encontrar variaciones del terreno que sorprenden a más de un incauto.

Esto viene acompañado de una gran algarabía de personas que desenfundan sus bebidas espirituosas y la hidratación constante de quienes tienen que cumplir su promesa, lo que nos deja el sabor de una feria con todas sus formas performáticas, rematando con un esfuerzo físico que será multiplicado en una llegada vertiginosa y casi inhumana a las puertas del templo del Cristo de la Grita, para cerrar con una oración de nuevo, o con las ofrendas correspondientes, o para algunos no fue suficiente la caminata por más de un día entero y entran de rodillas desde la puerta del templo, hasta la imagen del Cristo.

Por supuesto luego de los rituales religiosos correspondientes, viene el desenlace en una gran fiesta bacanal, con mucho “miche paramero” que tienen como plan ultimo un posible descanso para el cuerpo agobiado, pero aun debe aguantar unas seis horas o más de bailes y de todo lo que se refiere a una feria multitudinaria.

Las performances culturales simplemente nacen de esta manera, van tomando su espacio en un colectivo y se convierten en parte de lo que su imaginario necesita y propaga con la agilidad de entrelazar signos y símbolos que puedan marcar un  complejo de identidades y de memoria cultural.

Es por esta razón que las performances son cada vez más comunes en nuestra región, se tratan de renovar, de buscar nuevos horizontes y de seguro ésta no es la excepción.

Esperemos que pase de una performance local y sea una performance turística, y que haya proliferación de rituales que alimenten estos juegos culturales. Es fundamental mantener las performances del pasado, pero de la misma manera es indispensable darle espacio a las emergentes. Y por cierto en menos de una semana aparece en el estado una segunda performance que es la caminata de la Catedral a la Basílica de Táriba el quince de agosto… de seguro tendremos algo mas para hablar.

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