Jesús
“Chucho” Delgado, es una figura dentro del teatro tachirense que se dedicó toda
su vida a un proyecto absolutamente loable como es la masificación del teatro
en las zonas más populares y menos atendidas de nuestra región. Estuvo junto con
el Teatro Popular del Táchira
durante casi cuarenta años, de los cuales lo dirigió desde 1997, es posible que
“Chucho” haya sido un soñador con su
caminar despacio, su desenfado ante las circunstancias de la vida, en su
sencillez, en sus retrasos eternos, en la improvisación interminable y en la humildad
que lo llevó a marcar su espacio, su territorio en la historia del teatro
tachirense actual.
“Chucho” se preocupó
desde siempre por esta propuesta de estar en medio del rescate de espacios no
convencionales, de la improvisación constante y de la puesta en escena de
piezas que pudieran arrancar en los niños y adultos la sonrisa constante. En
cada uno de sus trabajos pudimos ver esta preocupación de llevar el teatro a
los rincones más alejados de la geografía regional y nacional.
“Chucho” se forja un
estilo y nos deja un legado, que remarca la forma de hacer teatro, para que
sepamos de una buena vez que frente a una representación artística se requiere
de esta sencillez, que no ha de estar supeditado a los parámetros elitescos,
sino que debe adaptarse a los nuevos métodos y dinámicas sociales que nos son
tan indiferentes a la mayoría.
El
pasado 27 de marzo en la celebración del Día Internacional del Teatro fue la última
vez que le vimos, y recuerdo que estábamos discutiendo cerca de cuarenta
teatristas sobre la necesidad de un teatro que capte la mayor cantidad de público,
que podamos llenar los asientos de los teatro o de las plazas en cada función, y
claramente “Chucho” nos dijo “ el público que debemos atrapar está en los
liceos y escuelas, es ahí donde hay que llegar” lo que nos indica que su
política de formación y de encantamiento de un nuevo público está en las bases
de nuestras comunidades, más que en políticas gubernamentales. Esta búsqueda de
masificación del teatro fue lo que caracterizó al Teatro Popular del Táchira,
fundado por el maestro Ciro Medina en los años setenta, por lo cual se volcó y
lo convirtió, en un propagador incansable del hecho teatral en todo público,
dejando su estela de curiosidad para que haya, no solamente público asistente a
las obras, sino que se erijan hacedores, que es lo que más necesitamos en este
momento.
“Chucho” se desarrolló
con esta visión y lo llevó trabajar visceralmente con entrega total a un
movimiento que lo cobijó desde muy joven, por ello se preocupó enormemente por
las reivindicaciones salariales y de protección social del teatrista, de allí que
estuvo al frente de la Asociación de Teatristas del Táchira, y los últimos años
se intrigaba por la seguridad social de la que tanto hablamos, y de la que él
mismo fue víctima en su sepelio que estuvo tan accidentado por la falta de
recursos de él y de su familia. Hecho que considero injusto, porque el Estado
ha resultado incompetente en la ejecución de políticas que protejan a nuestros
artistas y cultores en general, y de la cual ya debemos tomar la iniciativa de
buscar la manera de unir al gremio, porque no podemos permitir que sigan
ocurriendo este tipo de acciones.
“Chucho” nos enseñó a la
mayoría de los grupos a diseñar los proyectos para solicitar los subsidios en
los diferentes entes gubernamentales, y se fue triste, seguramente, sin el
subsidio del Teatro Popular del Táchira que le había asignado la gobernación
durante más de treinta años, sin embargo, sabemos que con la nueva directiva se
estaba manejando su incorporación de nuevo.
NO
es justo que un hombre que entregó todo por el teatro muera en condiciones tan
lamentables, NO es justo que después de tener una trayectoria, de persistencia,
de constancia tenga que irse de la manera en la que lo tuvimos llevar a su última
morada. NO es justo que después de cuarenta años en la actividad no exista ningún
tipo de reivindicación para él y su familia.
Pero
de algo que SÍ estoy seguro, es que “Chucho”
se debió ir alegre, con su andar tranquilo, con su sencillez única, bajando
y subiendo al barrio 8 de diciembre, y estará allá donde quiera que esté, mirándonos
y riéndose como acostumbraba hacerlo y de seguro estará inventando un chiste
para calmar las tensiones y haciendo “esperar” a quienes le aguardan allá.
Unas
líneas que de seguro le estarán llegando en estos momento y sólo me queda
decirte ¡Chucho Feliz viaje y gracias
por todo!!!
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