martes, 13 de mayo de 2014

Kafka en la Orilla


Haruki Murakami es un novelista japonés que nos tiene a todos fascinados por su capacidad de narración, por su fuerza en la palabra y por la elaboración de mundos paradójicos y hasta fantasmagóricos que desafían al lector en cada línea. Es posible que el escritor se convierta en una moda o quizá nos cautive con su manera de escribir, y por esta segunda razón es que me atrevo a acercarme a su pieza Kafka en la orilla.

Kafka en la orilla es una novela que lleva dos grandes discursos al unísono, con personajes que se van acercando sin saber la razón de su existencia, es decir, que va prolongándose en el tiempo una elipsis sin sentido, que inevitablemente debe llevar a una confabulación, a un destino bastante curioso.

Es posible que Kafka en la orilla nos lleve de forma simpática y pintoresca hacia la caricaturización de sus personajes, como es el caso de Sakoru Nakata que tiene la posibilidad de hablar con los gatos, pero también está el mundo complejo de Kafka Tamura, que siendo aun siendo un joven de quince años, encierra en su interior los conflictos del universo, del que se deslinda para tratar de vivir en medio del jazz, el rock de los ochenta y la literatura.

Seguir la pista de esta novela implica acercarse a los cambios de ritmo desenfrenados en cada uno de los cuarenta capítulos, podemos divertirnos desde las ocurrencias de los gatos, hasta los inimaginables asesinatos que allí se relatan. Pero también está la suavidad de la prosa en cada uno de los pasajes en los que se adentra Kafka Tamura.

Una misteriosa mujer aparece en escena para tener el punto de unión de los personajes, la señora Saeki y su asistente Óshima que son una especie de encuentro entre este mundo y la conexión con lo misterioso. Por supuesto, quien haya leído trabajos anteriores o más recientes de Murakami entenderá que su estructura se basa en la búsqueda de estos mundos, que están allí presentes en cada uno de los lectores, pero que pueden llegar a ser un sueño o un sistema complejo de espíritus que los empujan a decir y tratar de entrar en consideración, puesto que en un pasado no muy lejano y las historias no llegaron a concretarse.

Entrar en este juego de la novela, es lo que capta la atención, nos vemos frente a una historia que divaga, que se despierta, que se desvanece a medida que pasan las páginas y que en algún punto álgido de la lectura nos quedamos en la expectativa de un nuevo movimiento, pero nos lleva a otra parte.

Divagamos con Kafka y Nakata por caminos insondables en lo que podemos arriesgarnos a creer, o simplemente dejar como una alucinación, pero de lo que sí estamos seguros, es que las historias nunca nos llevaran al punto que esperamos, sino que al contrario, empiezan a convertirse en diferentes formas de atravesar los caminos de la espiritualidad.

Murakami nos vuelve a encerrar en los sueños de sus personajes, de un país que nos resulta exótico como es Japón, de una vida que lleva a otra vida, de un relato que nos desorienta pero que magistralmente es capaz de hacer que los hilos se acrecienten y se vuelvan más fuertes.

Es posible que el autor nos lleve a un mundo que él ha construido a lo largo de su obra, es posible que solamente estemos en el sueño de un adolescente, es posible que nos dejemos llevar por la gracia de un gato, es posible que simplemente estemos embrujados por una historia que sabe hacia dónde lleva sus relatos, pero de lo que sí estamos seguros es que estamos frente a un escritor que cautiva y es una novela que no puedes dejar de leer por más que lo intentes, puesto que en la misma velocidad en la que arrancan las primeras páginas, es la misma manera en que te envuelve para que puedas llevarlo hasta un final inimaginable.

Kafka en la orilla de Haruki Murakami es esto, una extraordinaria oportunidad para leer buena literatura universal, recomendada al cien por ciento.


Por supuesto, sólo resta decir: ¡LA LITERATURA ES UN PELIGRO PARA LA IGNORANCIA!!

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