domingo, 25 de septiembre de 2016

EL CONFIDENTE Y LA MÚLTIPLE LECTURA DE UNA EXPERIENCIA TEATRAL QUE NO ESTABA EN LOS PLANES

A veces hay pruebas que te colocas sin planificar y creo que en esto del teatro estamos muy claros que no podemos aferrarnos a procesos únicos que pueden encasillarte, pero nunca sin dejar de manifestarse desde la poética que venimos desarrollando. Encontrarme con un proyecto ajeno, al que fui un convidado para presenciar una lectura y donde terminé realizando el trabajo de dirección es muy interesante, por ello pienso hoy que fue un desafío llevar esta pieza a escena, claro, y debo reconocer que entré en conflicto en varias ocasiones por las siguientes razones.

La primera que es la de mayor peso, por circunstancias del destino Hortensia Quintero me propone que le ayude con su montaje, el cual llevaba mucho tiempo tratando de concretar en varios intentos fallidos, y yo como buen figón quise ver la temática y terminé en una suerte de director que empezó a manipular el texto. Construí el universo de lo que allí se quería representar, aunque debo ser sincero, el conflicto fue monumental porque había que retornar al teatro del que he me he alejado en los últimos años y en el que me debía ceñir a un dramaturgo y esto es algo que se va pasando de largo y uno se va volviendo más renuente a ciertos autores y propuestas. Pero en EL CONFIDENTE se dejó llevar la dinámica entre el elenco, el legado del dramaturgo y la dirección, por ello se convirtió en una especie de familiaridad muy curiosa. Total, terminamos reconstruyendo este drama en una pieza de gran interacción física, de desarrollo en conjunto y de propuestas interminables y fue esta última, la parte que más me gustó.

Un motivo más que prevaleció, es que me inmiscuía en el Grupo de Teatro Educadores Jubilados del Municipio Junín, y aunque el nombre del agrupación es sugestivo a materias del magisterio y todo lo referente a esta área, de la cual no me gusta hacer referencias, es cierto que hay una búsqueda en el fondo de parte de su directora que funge como actriz y siempre está en búsqueda de directores muy diversos para lograr su cometido. También estoy claro que Hortensia con su constancia cumple este 2016 veinte años con su proyecto, que trasciende de las escuelas y de los maestros para erigirse entre actores y directores. Y es que desde su fundación no se ha detenido por un  instante, entrar en este universo me llevó a reflexionar sobre la rebeldía del teatro que se entromete en cuanto intersticio está allí plasmado y que está gritando siempre que no le abandonemos.

Las dudas siempre están floreciendo y eso es lo maravilloso, puesto que sin ella no podemos avanzar, pero enfrentarse a este elenco y realizar una propuesta de la que estamos acostumbrados desde El Incinerador Teatro, me resultó increíble su desarrollo.

Al accionar estamos allí en medio de esta autopista de propuestas, y Hortensia se convirtió en una de las principales protagonistas, con tal fortaleza y creatividad fuimos construyendo los diversos fragmentos del universo en el que los fui induciendo. Pero volviendo al tema del tiempo Veinte años no es nada sencillo, y mucho menos en un país como el nuestro donde hay conflictos de toda índole para mantenerse en esta aventura de la producción teatral, aunada a las rencillas y las parcelas que se mantienen a la orden del día. Por eso creo que este proyecto sigue creciendo y esperemos por muchos años más, aunque se dice con mucha ligereza pero realmente estamos frente un ciclo de que deja manifiesto la constancia, la disciplina, y marca claro un objetivo que es mantener parte del teatro vivo por medio de cualquier vicisitud, y mi admiración total para Hortensia y su equipo de trabajo, especialmente a Pablo Ordoñez que es infatigable y que logra concretar muchas ideas que se le proponen por su gran convicción para elaborar un discurso gestual que va creciendo constantemente.

Una tercera razón, estar en este proyecto de EL CONFIDENTE donde inicialmente debía enfrentarme a un texto del maestro Gilberto Pinto, que para todos es un ícono dentro de la dramaturgia venezolana y con su mirada aguda pudo inmiscuirse en los temas más álgidos que desde siempre nos han acosado como nación. Su poética va desde un teatro de reflexión, siempre me había acercado a sus lecturas, en muchas ocasiones lo he estudiado con mis estudiantes, pero ahora me ha correspondido trabajarlo en escena, sin previo aviso por esta petición de Hortensia y por mi infatigable curiosidad de probar y explorar con aspectos que se alejan de mis intereses. 

Debo reconocer, que a medida que pasaban los días, al trabajo le saltaban más aristas de las que podíamos imaginar, lo que nos dio pie para seguir trabajando y creciendo creativamente. Luego, al revisar el ensamble de las escenas, las acciones y los performances nos indicó que estábamos frente a una fuente inagotable de imágenes que se sugerían a cada hora que pasaba el montaje. Hoy, podemos decir que estamos frente uno de los dramaturgos más importantes de nuestro país, y que hace apenas hace unos años lamentablemente nos abandonó por cuestiones del destino, sólo hay que agradecerle por este legado y esperemos se logre aún más su difusión y comprensión en todos los espacios posibles.

EL CONFIDENTE es una aventura que te lleva a un teatro muy bien anclado en el siglo XX –en cuanto a referencias, sitios y personajes- y Gilberto Pinto reconstruye parte de la historia acercándonos, tal y como lo explica en el prólogo de su obra “a un mundo de intereses mezquinos, de megalomanías enfermizas, de mistificación, de discriminación, arrastracuerismos, de centros de poder que imponen o marginan artistas y de perfiles rayanos a veces en la imbecilidad o el cinismo, como lo es (en gran medida ) el mundo del teatro venezolano”,  hecho sobre el cual se construye este discurso y nos deja en vilo a lo largo del tiempo en que se representa la pieza, y realiza una disección descarnada de los vericuetos en los que se mueven quienes quieren llegar cada vez más arriba en el Poder, sin importar el largo inventario de desazones y humillaciones a las que se deben exponer.

Pieza de Diego Rivera dedicada a Leonardo Ruiz Pineda en 1952. Propiedad Prof. Alfredo Padilla actualmente en la sala Rafael Daboin de la Universidad Nacional Experimental del Táchira.
Por último, y esta parte ya es algo que  nos atañe como región, hace un año en el estreno de FRIDA, recibimos en préstamo una obra del artista mexicano Diego Rivera, dedicada a Leonardo Ruiz Pineda de parte de nuestro amigo Alfredo Padilla, pieza que ha estado en la entrada de la sala Rafael Daboin de la UNET desde abril de 2015 y curiosamente han ocurrido algunas cosas, primero la llegada de Hortensia con la pieza, segundo, la temática sobre este asesinato en 1952, tercera, en la sala corre un hálito de acercarnos más a este personaje que está casi olvidado en nuestro imaginario, cuarto, han aparecido personas y puntos de referencia que nos vinculan, y corroboro lo que en reiteradas ocasiones hablo con mis actores, las obras escogen a los directores y no al contrario, total, que hemos estado en medio de una polifonía que nos lleva hacia este camino sin mediar. Para concluir y esto es con respecto al estreno de este miércoles 28 de septiembre que se celebra el centenario del natalicio de Leonardo Ruíz Pineda y lo realizaremos en el Ateneo de Rubio, lugar de donde es oriundo el personaje y estoy seguro que traerá su respuesta, algo que no quiero limitarme a ver, sino que deseo vivir.

Cabe destacar que Leonardo Ruíz Pineda es un personaje con miles de defensores y detractores al unísono, porque estuvo envuelto en medio de esta trifulca política de los años cincuenta, período que fue decisivo para nuestro país y que ha generado gran cantidad de reflexiones en todos los ámbitos, puesto que la praxis política desde ese entonces hasta hoy, se ha mantenido con los mismos personajes y las mismas formas de ejercer la represión. Leonardo Ruíz Pineda perdió su vida de manera cruel y despiadada por intereses ocultos que hoy todavía están cubriendo con su manto de zozobra, en un país donde no se menciona su nombre, donde es un escándalo desempolvar estas ideas y donde es casi un delito averiguar sobre los hechos acaecidos aquel 21 de octubre de 1952. Leonardo junto muchos otros personajes de nuestra historia regional están reclamando desde su silencio una reivindicación de sus acciones, de sus ideas y de sus maneras de enfrentar los embates a los que fueron sometidos, y sobre los que aun sus nombres resuenan en estos imaginarios de personajes perdidos entre las páginas de los libros.

EL CONFIDENTE es toda una maraña acciones tanto desde su leiv motiv, la pieza en su totalidad, la manera como la abordamos y la construcción de los personajes por este elenco tan particular y la lectura que procuramos hacer, es un testimonio y un reclamo desde el TEATRO  y una propuesta estética que vamos alimentando en cada ensayo y función, porque es lo que verdaderamente nos interesa para seguir creciendo en esta poética.

jose
25 de septiembre 2016
06:43


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