jueves, 29 de octubre de 2009

Jet set pseudo intelectual gocho

San Cristóbal es una ciudad que resulta muy curiosa incluso para nosotros mismos los que en ella vivimos, vemos, como las personas se mueven de acuerdo a los que marcan las pautas y las modas de los “centros” culturales de nuestro país. Es decir le damos tanta importancia a lo que sale de Caracas que rayamos en lo ridículo de la imitación. Es estar frente a la televisión y esperar lo que cada semana hay de nuevo en un programa de concursos, o en la telenovela para que estemos al día y no pasemos por tontos. “Creo que eso se llama snobismo”-ironía-, que es muy común hoy y se extiende rápidamente.


La semana pasada sólo por mostrar un ejemplo, se realizaron cinco actividades artístico culturales que tuvieron una estupenda afluencia de público, dos obras de teatro, la inauguración de una exposición fotográfica, la apertura de una muestra pictórica, un conversatorio sobre Cabrujas… bueno, en fin muy intelectual e interesante todo... Pero lo que más me llamó la atención fue la presentación del libro El señor Marx no está en casa del escritor venezolano Ibsen Martinez.

Fue una experiencia bien interesante, pese a lo agreste del espacio donde estábamos, puesto que el calor era insoportable, pero lo importante es que esto no impidió que el autor de El Mono aullador de los Manglares, colaborador de la Revista Letras Libres y articulista polémico, nos entregara su más reciente trabajo con una suerte de charla informal muy didáctica. Como era de suponerse, inició con una exposición de su leiv motiv, nos concentró cerca de una hora sobre las diferentes formas de abordar este tema que se basa en la historia ficcionada de parte de la familia Marx, en Inglaterra durante el siglo XIX, para desarrollar un trabajo bastante atractivo y valga la recomendación. Presenciamos un texto que corre con un extraordinario uso del lenguaje en los vericuetos de sus personajes.


Bien, todo marchaba tal como lo esperaba, creo.., Ibsen Martínez conversó con nosotros por este tiempo, pero resultó una hecatombe cuando finaliza y deja que el auditorio haga su sesión de preguntas. Allí es donde se viene la avalancha de exabruptos que inician con las siguientes preguntas que realizaron nuestros intelectuales presentes: ¿por qué escribe? ¿Por qué no hizo una novela distinta?, ¿A qué hora la escribió: en la mañana o en la noche? ¿Cómo escribe: de pie o acostado?, una de las que más me impresionó: ¿escribes en la computadora o a mano?, o la del que no sabe, ni tiene idea, ni un ápice de sensatez: “yo busco un autor que se conecte conmigo y que me envíe un mensaje”, pregunto yo: a esta pregunta: ¿Qué es un mensaje dentro de una pieza? Es posible que hablara de su teléfono celular y no había recibido ningún mensaje hasta ese momento, y la de rematar el final del trayecto, la pregunta que es por todos esperada... ¿que ha sido de tu vida después de “Por estas calles”… ¿por que usted no hace una telenovela donde estemos todos?, porque en este momento nos hace mucha falta y usted pierde el tiempo en la literatura, usted es refamoso! creo que fue el detonante para abandonar la sala, ya no había más nada por hacer.

Traemos un escritor de una gran riqueza intelectual que es tan prolífico como cualquiera de sus maestros, y nos resignamos a conversar sobre el tema en sí, sólo deja de manifiesto una premisa: ¡acá no nos interesa tu trabajo más reciente! ¡Porque la telenovela, esa que escribiste hace casi veinte años es demasiado buena!, y en esa banalidad superflua, absurda, que raya y pasa por ridícula, hicieron de una velada que se vislumbraba como un experiencia interesante, se viera atacada por gente tan snobista, que no pensaron en el trabajo El señor Marx no está en casa.

Estoy completamente seguro que la gente que compró esa noche el libro, sólo lo hicieron para que el escritor de “Por estas calles” se lo dedicara con “mucho cariño para…” y hoy, ese ejemplar seguramente reposa en un estante vacío, porque no nos interesa el hecho literario, sino el snobismo telenovelero que allí se manifestó tácitamente.

Por eso, cada vez que veo estos círculos absurdos del jet set de los seudo intelectuales del ingenio gocho, prefiero cruzar la calle. La intelectualidad gocha es algo que carece de criterios y de visión critica… es lamentablemente triste y pobre.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Pasa lo mismo cuando sale una película nueva como crepúsculo( que es bastante mala por cierto) , todo mundo compra el libro y lo deja en el estante , y en cuanto a esos seudo intelectuales creo son personas que no son capaces de compartir de buena manera sus conocimientos sino que sienten la necesidad de echarte en cara lo que saben( o lo poco que saben ) y hacerte quedar como un imbécil, cuando en realidad los imbéciles son ellos, en su afán de demostrar superioridad , y de pretender ser "los más arrechos de la vaina" .

Para concluir:

"¿Cómo escribe: de pie o acostado?" jaja coño todavía no creo que hicieran esa pregunta...

Unknown dijo...

Hola Jose, pues es así ese tipo de personas, los pseudo intelectuales del jet set, ambigüos por naturaleza, pues quieren demostrar algo que no son... basicamente asisten a estos eventos para decir "yo estuve en..." toman vino, tés e infusiones porque es lo que se acostumbra en la "zonas o sectores intelectuales" de cada ciudad "importante" en donde recuperan la arquitectura colonial e instalan restaurantes de alta gastronomia gourmet, cafés con grandes áreas al aire libre con vista a alguna pequeña plaza... sin percatarse que esos sitos o zonas o sectores o barrios culturosos quién realmente los puso alli fue algún organismo del estado para tener espacio para los turistas... otros pseudo intelectuales del jet set pero de otro país. Un saludo fuerte, yo en tu caso hubiera pedido la palabra y hubiese hecho este comentario durante la rueda de preguntas y respuesta: Señor Martínez le pido disculpas por las pregunas tan absurdas de este público... usted no merece esto, cuando la pregunta sea tonta simplemente no la responda y permitalé hacer la sigiente pregunta al que quede con la mano levantada.