martes, 16 de marzo de 2010

El premio de la academia es… demasiada estupidez

El pasado 07 de marzo se entregaron los premios de la academia del cine norteamericano y todas las personas se paralizaron para ver cómo ganaban sus películas favoritas. Si te detienes a ver el show que te venden encuentras una variedad de alternativas, que finalmente no sabes si es un concurso de belleza (que es lo más tonto del mundo) o una entrega a la productora que haya invertido más millones en una película de animación, también se convierte en una excusa publicitaria para vender más películas (aquí está el sentido real).


Considero que en eso los estadounidenses son unos genios, venden todo, desde unas películas bien tontas, hasta la paz en una guerra. Acá no importa cuán importante pueda ser el entorno donde se muevan, siempre prevalece la razón capitalista, transformando el arte en industria. Saco dos conclusiones, o más que conclusiones son reflexiones: ¿Por qué pensamos que sólo estas películas son las que sirven y los borregos que vieron este show mediático creen que es la única alternativa para ver el cine de verdad? Otra sería, ¿Cuál es la necesidad de transmitir a toda Latinoamérica de manera exclusiva la manera de cómo los gringos se entregan sus premios y discriminan al resto del mundo? Y los pocos latinoamericanos que se pueden colar en estos círculos exclusivos comen de las dadivas, que no son otra cosa, sino pequeñas sobras de un estrellato que los vuelve tan rastreros como los primeros, y si quieren corroborar lo que digo, echen una mirada a los que tratan por todos los medios de entrar en este mundo de cine fashion.

Se convierte en una tontería sentarse a ver estos premios y ver cómo es un reflejo idéntico de la polarización del mundo, con una representación agresiva del imperio, pero allí, aunque se haga y se coma mucha basura, la necesitamos para “sobrevivir”.

Es una suerte de miserables que se arrastran tras sus televisores para ver cómo es que viven por allá y como es que nos humillan. No puede ser que de una industria cinematográfica tan decadente, el mundo entero esté tan atento. Nos encontramos frente a un cine con sentido artístico paupérrimo y absurdo.

Yo me inclino por la propuesta de un cine de bajo presupuesto donde la mayoría de actores y directores deben poner su empeño al máximo para lograr un trabajo definido por los detalles, es una verdadera oportunidad para explorar y no seguir patrones estereotipados que rayan en vulgares encofrados vacíos y sin sentido.

Si me preguntan por estas películas, siempre alego que son predecibles y superfluas, como por ejemplo Avatar, que no es más que una versión intergaláctica de Pocahontas y trata de vender a estos matachitos azules en pos de cientos efectos visuales, que mas que una película te enfrentas a una animación de dos horas y media. Según el director tardaron 15 años en su producción y yo me pregunto: ¿es que son tan malos que para hacer una animación que no eran capaces de hacerlo? ¿O sería que no estaban convencidos de contar esta historia y buscaban una alternativa más comercial? Seguro la respuesta a las dos es la misma, son incompetentes en el trabajo artístico, pero muy eficaces en la venta de su industria, y miles de personas han ido a ver como se mueven estos matachitos, como cuando los monos les muestras cosas de colores brillante y se asombran, así nos comportamos… ¡pobres almas! dicen haber visto el espectáculo de su vida… es una lástima que no veamos cine de verdad.

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