martes, 10 de agosto de 2010

Cheila Una casa pa Maíta


A veces cuando uno se ve atraído por aspectos del arte como el cine, es inevitable reiterar y hablar sobre aspectos resaltantes como los de disfrutar de producciones nacionales, como en el reciente trabajo de Eduardo Barberena, Cheila una casa pa Maíta.
Drama contradictorio que inicia con una fuerte dosis de humor de una mujer en cuerpo de hombre, que trata de convertirse en una especie de tragicomedia latinoamericana. Se levanta la controversia debido a temas tan importantes como son la homosexualidad y la transexualidad, que aun hoy en nuestro entorno representan tabú, pero que deben ser asumidos como lo que son, una forma normal de existencia que han de mantenerse con mayor ahínco dentro de los patrones sociales.
Cheila, arranca evocando las palabras de nuestro campeón mundial peso gallo Rafael “Pantoño” Orono cuando al culminar su pelea de campeonato y de ser aporreado,  lo primero que dice es “Lo que quiero es Una casa pa Maíta”, nombre que le valió un apodo en el recuerdo perenne de sus seguidores. Claro en el caso de Pantoño era su abuela, acá en esta producción el guionista va más allá, e integra a la abuela y a la madre de Cheila.
Es una paridad muy interesante que salta de un universo donde se va a mover la historia, porque al igual que en el boxeo, estos personajes recrean el barrio, la fiesta y las constantes formas de diversión, dejando un toque muy venezolano en la doble interpretación de la risa frente a la calamidad. Igual que el pugilista que siempre se levanta y continúa la pelea sin cesar.
La película está diseñada de esta manera, midiendo los ritmos y procurándose un número significativo de paradas, que tratan de mantener al público pegado a su asiento. Se toma en cuenta que Cheila anteriormente es Cheito y la historia se gesta cuando ella regresa de Canadá para buscar apoyo económico en vista que en los próximos días se realizará la operación que la convertirá definitivamente en una mujer. Ella le había comprado una quinta a su madre, trabajando de peluquera pero a su retorno se da cuenta que todo está desvencijado y atrapado en una comunidad de hermanos, cuñadas y sobrinos que acabaron definitivamente con este sueño de Cheila de tener a su madre en una mansión, que ahora se ha venido a menos.
Cabe destacar la fuerza de actuación de Endry Cardeño, que se basa en su condición transexual para construir el ambiente de Cheila, acompañada de una propuesta actoral de Violeta Alemán, y les permite ir definiendo las historias de estas dos mujeres que viven una para la otra. Una extraordinaria relación entre madre he hija.
Cheila se convierte en un trabajo cinematográfico que genera polémica, pero que es necesaria para este contexto artístico que se ve sesgado por planteamientos muy superficiales. Se arman los personajes en una diatriba y de pasión intrigante. Esta pieza cinematográfica representa tanto para los productores como para el público general una fuente de entretenimiento en primer lugar. Como segundo, la búsqueda de interpretaciones fílmicas que ahondan más en la formación de un público crítico y agudo que tanto estamos buscando y que urge aparezca.
Cheila es una pieza que deberíamos ver todos, para romper esos bordes y buscar una igualdad de género que tan necesario es para nuestro entorno. Una vez vemos como nuestro cine gana mas fuerza y tata de mantenerse y adentrarse con temas tan interesantes y tan polémicos.
Ahí los dejo por esta semana y una cosa… ¿No les parece que el aumento del pasaje en SC en una falta de respeto para todos los que acá vivimos, con unidades que no sirven para nada y el peor servicio del mundo? La otra semana les voy a echar un cuento sobre este caos y esta incapacidad municipal que se deja ver cada vez más.

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