jueves, 21 de abril de 2011

Judío 3

-¿Pana tú sabías que yo estuve en la pasión de Cristo en la iglesia cuando era chamo?
-Coño qué bueno, eso es bien complicado aprenderse todo lo que dice Cristo y ese pocotón de personajes.
-Si vale, además de ensayar bastante.
-Pero… ¿tú eras Cristo en la obra?
-No que va… era Judío 3!!!

Todas las Semana Santa se realizan los autos sacramentales de la pasión de Cristo, cargados de mucha emotividad por parte de quienes allí participan, que no son más que jóvenes y niños que asisten a la iglesia para estudiar su catecismo y todas esas cosas que aprenden allí.
Recuerdo cuando aun era niño, era obligado a ir a un iglesia que no me inspiraba nada, por cierto, que este pensamiento de participación forzada dentro de una sociedad occidental, capitalista y cristiana está latente todavía hoy y va sufriendo su metamorfosis a medida que pasan los años.
Pero bueno, el caso es que estas representaciones me parecen curiosas y casi nunca procuro perdérmelas, porque ves cómo un grupo de personas se planifican a sí mismos el desenlace de las acciones de la muerte de Cristo, sabiendo de antemano que son parte de algo que ya está establecido en quince estaciones, tres caídas y un antejuicio donde el destino siempre es el mismo.
En este antejuicio es donde me ubico yo, con el discurso del Judío 3, es decir, que los niños que estaban sobrando en la escuela y en el catecismo son los encargados de juzgar a Cristo. Entonces puedes deducir un pobre destino para aquellos que miramos hacia otro punto que no sea el del católico, seremos condenados a ser los Judíos. El coro de los judíos recuerdo que lo conformaban el resto de “inadaptados”, finalizando en un grupo de personas que no dicen nada en concreto sino que gritan al unísono durante el juicio, por eso nos enseñaban a responder ante la pregunta de Poncio Pilato: ¡Barrabás! ¡Queremos a Barrabás! Y yo de verdad, hasta me la creí diciendo que Barrabás era un héroe para todos.
Si nos detenemos a analizar esta visión antisemita y agresiva, está latente el juicio contra el que piensa distinto, por lo que debe pagar una condena por su acto de injusticia contra el hijo de Dios, es decir, serás el Judío del coro… uno más ¿Qué tal?
Por otro lado, aprovecho estas celebraciones colectivas para reafirmar mi teoría sobre los performances culturales, que es la puesta en práctica del trabajo comunal, donde todos los vecinos se organizan para conmemorar el paso de Cristo. La responsabilidad no sólo caerá sobre los actores de esta comparsa, sino que ahora todos serán parte integral de la representación como un actor más. La comparsa del martirio de Jesús no sólo está en el que siempre habla desde un micrófono a sus feligreses, o en los discípulos de barbas dibujadas con marcadores “pelelojo”, o en los romanos con las escobas pegadas a sus cabezas como si fueran cascos de época, sino que vemos al lado a la señora que vende los pasteles, las empanadas, los inciensos frente a la iglesia y al cura que estará detrás de la procesión convirtiendo el espectáculo en la gran performance cultural.
Es por ello que no puedo darme el privilegio de negarme a verlo, porque así como antes me nombraron Judío 3 por no aprenderme las oraciones, ahora simplemente me contento con ver pasar a todos los personajes frente a la calle y sorprenderme con la crucifixión o la resurrección que realiza la gente en comunidad.
¿Ven como todas las celebraciones tienen su lado agradable? ¡Ahora no me arrepiento de haber sido el Judío 3 cuando niño!!!

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