sábado, 13 de agosto de 2011

Buscando desesperadamente a Aquiles.

Aquiles el semidios invencible que sólo puede ser derrotado golpeándole sus talones, nos tiene atrapados en un dilema, porque no se consigue en ninguna parte. En una forma de enfrentar las formas de unificación de pensamiento, nos hemos acostumbrado a tantos golpes en los últimos años, que su búsqueda se propaga de manera inmisericorde y que sólo podrá ser superado por un milagro de los dioses cuando Ares o Zeus bajen de los cielos.

Es justo de esta manera que percibo los tiempos de cambios que están desarrollándose en Latinoamérica, dónde nos vemos atrapados por las sombras de los héroes incólumes que tratan de solucionar el conflicto, cuales seres divinos y están por todas partes. Una visión del imaginario colectivo cada día más golpeado trata de mantenerse en pie, esta búsqueda de “ideales” y de “utopías”, son sólo eso, ideas que podrían estar allí, que perviven en las formas del pensamiento complejo de un pequeño grupo que procura mantener a otro de manera obligada observando un horizonte sin sentido.

La imagen de Aquiles está hoy día con más fuerza en Venezuela, como el héroe que trata de renacer y que está a la disposición de un grupo para mantenerse en el poder. La paranoia y la esquizofrenia son parte de lo que debemos alimentarnos a diario, tenemos la intriga de alejarnos de un líder que nos acostumbra al populismo, y que, aun desde su cuerpo en deterioro, seguimos pensando en el renacimiento de sus energía y de su poder para mantenernos en vilo siempre y hallar la felicidad que todos estamos ansiosos de disfrutar.

Su cuerpo divino se corrompe, entonces toda la estructura que de él depende está en deterioro. Es de esta manera que visualizamos, de nuevo, la forma en la que los dirigentes nuestros nos alienan aún más y procuran mantener en zozobra a millones de personas que están ansiosas por ver en sus ojos al mesías ineludible que sólo podrá llevarnos de su mano a regiones más tranquilas de aguas fresas y de mundos paralelos, donde todo puede suceder y donde todos veremos la  “Felicidad Social Eterna” -algo que aun no entiendo qué es eso de “compromiso social”, “desarrollo social” o “vida social”…-.

Hemos recibido tanto la influencia de esta palabra que terminamos por nombrarla a cada instante sin tener el mínimo sentido de lo que ella significa, y ahora, es parte del glosario que debemos seguir para sobrevivir en las lides de un mundo que está cada vez más desordenado.

Si revisamos, nos daremos cuenta que estas estructuras toman demasiada fuerza en países con alto índice de compromisos internacionales (deudas, venta petrolera, pobreza extrema) y de una decadente estructura social que no podrá ser superada en mil años o más. Claro ejemplo nuestros países de Latinoamérica y sus figuras presidenciales que abonan al populismo para que se agigante y sueñan en convertirse en una especie de colosos griegos que soportan los embates de la naturaleza, que podrán sólo ser amenazados por la justicia divina. Pero si miramos más hacia el norte el imperialismo esta en la caída vertiginosa de una economía deteriorada con la deuda externa mas elevada del mundo y que sigue en caída libre, dejando de la mano de Obama una decisión de ejecución de la cual nunca podrá librarse, que lo llevará a su propio abismo.

Este paternalismo y la búsqueda de dirigentes mesiánicos es lo que nos ha llevado a la debacle que presenciamos en un pequeño país como Venezuela, donde no tenemos la más remota idea de quién es Aquiles, pero sí sabemos que buscamos un líder con sus características, y que, desde hace años lo tenemos, pero ahora nos dimos cuenta que su poder mágico no funcionó. Sin embargo, no se preocupen, a este Aquiles aun le quedan instrumentos de acción como su cuerpo deteriorado que se extiende vertiginosamente.

Algo que me llamó muchísimo la atención estos días son los cambios radicales de colores con los que se debe vestir la gente, que se deben seguir frases emblemáticas para ser usados en la instituciones públicas… es preocupante ver estas actitudes y me resulta difícil asimilar tan aberrante forma de conducción alienada de un contexto social que está ávido de líderes populares.

Ahora sólo queda esperar en qué momento bajará Aquiles, si es que se digna aparecer, y mientras, busquémoslo desesperadamente de nuevo o conformémonos con el que tenemos.

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