jueves, 18 de agosto de 2011

Yo no se matar…

Yo no sé matar pero voy a aprender es el nombre de la primera novela del dramaturgo venezolano Gustavo Ott que ha sido publicada por Monte Ávila Editores este año y se convierte en la visión de un país desvencijado, que cae en el letargo de un sueño, o de fantasías que sólo generan el caos aun más del ya existente.

Para el dramaturgo que hace excursión por la novela resulta bastante enriquecedor, ES la historia detectivesca, donde es víctima la figura mas “representativa” de nuestro país: Miss Venezuela que igualmente fue Miss Universo. Ott busca desde el primer momento el final, mostrando este asesinato descarnado y sin límites para la imaginación. Una imagen violenta que nos lleva de la mano hacia un sinfín de historias que se empiezan a entrecruzar para buscar al verdadero asesino que está tratando de diseñar su arte y procura aprender a hacerlo bien, porque “asesinar es también una obra de arte”.

Novela que se desarrolla a ritmo de bolero, salsa y guaracha, que le dan ese toque caribeño procurando una prosa acelerada y ligera, que procura abrirse paso por los recodos de la psiquis de sus personajes y terminan entrando en una jerga muy popular que atrapa al lector en vaivenes narrativos.

Si nos detenemos para ver cómo se hila este discurso, encontramos varias vertientes de un país que está en efervescencia y que juega a los imaginarios de mundo “ideal”, de la búsqueda inalcanzable de la belleza bajo los preceptos que todos conocemos, y que no son más que los de dejarse llevar por una máscara detrás de un certamen, capaz de detener el tiempo de toda una nación.

Este tema es recurrente en muchos de nuestros escritores, y Ott no es la excepción, con una narración alegre, cotidiana, ligera y agresiva, deja pasar cada una de sus páginas como parte de una hiriente caricatura que se convierte en la Venezuela que ha llegado al extremo del caos. Vemos la radiografía de una nación atravesada por las lides del poder, de personajes absolutamente grotescos que se dejan llevar por la avaricia de un mundo vacío, que no son más que la reafirmación a las respuesta a un país que se cae a pedazos como las prótesis de una Miss, donde no tiene cabida la inocencia, ni la clemencia.

Desde el personaje principal de Mary Carmen hasta el negro Mauricio, pasando por el presidente de la republica y la organización del Miss Venezuela, nos vemos atrapados en lo que desde hace años estamos denunciando y graficando. Es una nación que perdió su horizonte y se dejó llevar por diferentes formas del plástico, con personas de plástico que sólo pueden ver hasta donde su dinero llega, capaces de reafirmar  su conciencia desde las pertenencias, desde lo insospechado, pero que nada tiene que ver con la benevolencia.

Yo no sé matar…, es una reafirmación a lo estéril de un país que se multiplica en la marginalidad, de personas que sólo pasan la vida tratando de acrecentar su dinero, pero sin dinero, de vivir sin vivir, de morir sin morir, desde la reconstrucción de un mundo con artificios de múltiples cicatrices, -no sólo en su cuerpo-  de operaciones para llegar a ser la reina de la belleza, de cicatrices que atraviesan los sentidos, las formas de engañar, de estafar, de asesinar.

Es por esta razón que Gustavo Ott al incursionar en este género, se despliega en su fuerza como narrador basado en imágenes dramatúrgicas, dejándose llevar por las intrigas pueriles y amenazantes de unos personajes que se definen limpiamente como  animales que se devoran unos a otros y que no tienen mas que una salvación: el suicidio, o como diría el negro Mauricio, “Todo se podría solucionar de un tiro”.

Yo no se matar… es la respuesta a muchas de nuestras preguntas  de una cotidianidad plagada de asesinatos, de inseguridad, de un poder gubernamental totalmente corrupto y desvencijado, de una lucha indescriptible por transformarnos como la Miss Venezuela -con la cabeza vacía pero con mucha avaricia-.

Si este es nuestro horizonte, no tenemos razones para lamentarnos. Por eso recomiendo leer Yo no sé matar, pero voy a prender, porque es parte de lo que somos, de lo que vivimos a diario, donde todo se basa en la estafa y en la apariencia.

Alternativas para leer y para disfrutar, estoy seguro que no van a perder su tiempo, y una vez más les digo: El arte es un peligro para tu arraigada y petulante ignorancia.

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