Desde el 03
hasta el 16 noviembre se desarrolló el Festival
de Teatro correspondiente a los Circuitos
Culturales del estado Táchira, allí se congregaron durante dos semanas
agrupaciones provenientes de diversos municipios con temáticas inéditas y obras
realizadas en conjunto por sus elencos de manera colectiva.
Este
Festival competitivo arrojó al Grupo El
Tablón de Ureña con su espectáculo “Requiem
por el Río Táchira” escrita y dirigida por Chucho Castro como
sobresaliente, por su aporte al desarrollo de la dramaturgia y puesta en
escena.
Lo más
importante de este evento es la posibilidad de recrear y de obligar a los
grupos para realizar un trabajo de dramaturgia que es indispensable para que
haya un movimiento artístico de creación inédita, y no una simple puesta en
escena de autores que no tienen idea de lo que ocurre en el contexto regional.
Realizar un
festival de temáticas que se encaminen hacia el rescate de la memoria colectiva
es lo que impulsa un trabajo de revisión, acondicionamiento del elenco,
preparación compleja de la agrupación, que puede desencadenar en una línea de
investigación gestual y literaria que pesa por su propio estilo. Encontramos
entonces grupos que se mueven en la búsqueda de una identidad cultural, que
organizan el contenido y luego se ve
reflejado en la incorporación de elementos que comulgan con los espacios en los
que se re-crea la obra, y de la cual, ella misma se alimenta sin desperdiciar
los elementos más sencillos, así como la complejidad del espacio en el que está
inmersa la performance.
Siempre he
considerado que las agrupaciones teatrales deben apuntar hacia la construcción
de performances y espectáculos que se originen en el seno de los elementos en
los cuales conviven sus hacedores, para que el movimiento respire y se vaya
renovando constantemente. Nada hacemos los teatristas si estamos a la espera de
un propuesta dramatúrgica foránea para tratar de emular lo que nos venden desde
“afuera”, pero también me preocupa a sobremanera la calidad de estos
espectáculos, puesto que debemos apuntar hacia la formación de directores y de
actores que dejen los estereotipos de principiantes con textos recitativos, y
necesitamos “DIRECTORES” que se
arriesguen con la escena, porque nada hacemos con obligarnos a trabajar en
temáticas y dramaturgias nuestras, cuando no hemos podido superar aun las
escenas reiterativa de estructuras que aprendimos hace más de treinta años que
convierten un festival en repeticiones gestuales vacías.
La idea de
los Circuitos Culturales está bien
encaminada, pero es afectada por sus hacedores que no se preocupan por el
proceso de construcción de estéticas definidas, de innovación y experimentación. Sino que dejan al azar la
puesta en escena y terminamos viendo casi todas las noches la repetición de la
repetición, y al final, es difícil definir cuál es el más sobresaliente, puesto
que es una amalgama de cosas similares todo el tiempo.
Considero
que estos eventos deben estar ligados a la participación obligatoria de foros y
desmontajes teatrales con los elencos y los especialistas, para que se puedan
buscar otras ideas, es indispensable la renovación, puesto que es desde allí
donde el movimiento teatral se alimenta, desde donde podamos disfrutar de
agrupaciones que salgan de sus propuesta aficionadas y realmente tengamos
grupos profesionales de teatro que puedan destacarse en la escena nacional, y
no simples propuestas tímidas de directores que carecen de riesgo porque no
saben más allá de sus simples conocimientos básicos.
Ahora mismo
deben trabajar los organizadores, no sólo de los Circuitos…, sino de los
demás festivales y seminarios de teatro que desarrollamos en la ciudad, para
que se concentren en la formación y dejemos de repetir estos juegos escénicos
que han estado maltratando al teatro desde mucho tiempo.
Por los
momentos nos alegramos de este Festival de Teatro que se desarrolló en la
Escuela Regional de Teatro y en la sala del CEDIMET, lo que considero un
extraordinario acierto porque necesitamos espacios para la representación.
EL TEATRO ES UN PELIGRO PARA LA IGNORANCIA.
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