lunes, 22 de diciembre de 2014

17 de diciembre.

Siempre trato de hacer ejercicios dialécticos con los estudiantes y en esta ocasión el artículo lo voy a llevar a una experiencia que es reiterativa en las aulas de clase, la respuesta es la misma en cada ocasión. Si preguntas por una fecha en particular, la respuesta es insólita, esta vez les pregunté por el 17 de diciembre y su importancia para el colectivo venezolano, pero la respuesta terminó siendo una hecatombe puesto que llegaron a respuestas insólitas como por ejemplo “el día que llega el espíritu de la navidad”, “el fin de las clases por el ministerio”, “la independencia de algo” o “la fiesta de cumpleaños de El Libertador”… esta última fue la más próxima, y aunque nunca he sido un fanático de enaltecer las fechas de acciones del calendario, no me interesa tampoco ser panfletario con fechas patrias, porque a fin de cuentas son efemérides y allí cada quien toma lo que le interesa, sí me llamó poderosamente la atención, que en un país llamado República Bolivariana de Venezuela, y donde todo gira en función de este héroe de la independencia, no reconocemos aun las manifestaciones propias de este nombre, sino al contrario, lo llevamos al olvido la inopia y el desagrado.

Es donde entra de nuevo mi tesis sobre las Identidades Culturales de la Imposición, que su arraigo no se logra por simples decretos, se logra desde la inducción de las tradiciones culturales que hemos perdido. Y es que el venezolano cae en un desarraigo que se va fomentando desde las aulas de clase, con un imaginario colectivo que está apuntando hacia lo mediocre, lo injusto y en una etiqueta que nos han puesto de ilusos, porque en el juego educativo es una simple parodia de fechas y de personajes, pero detrás de ellos no hay más que un constante desespero y decadencia por borrarnos la memoria.

Es claro que dentro de esta disyuntiva el venezolano entró en el juego político -que está de manifiesto en todas sus actividades-. Vemos cómo los sectores de nuestra sociedad se van creando un universo deteriorado, con valores que se desvían por completo de nuestras tradiciones, y que sólo tratan de justificarse detrás de una carrera política, de un discurso vacuo y de una actitud decadente, que sólo nos trajo como consecuencia un imaginario de empobrecimiento de la conciencia que se va acrecentando.

Si nos remontamos a los imaginarios del pasado caemos en la misma polémica, y es que, nos asomamos a un colectivo que sólo piensa en su sobrevivencia, de un colectivo que se descuida de las manifestaciones de convivencia, o de formación de ciudadanos que vayan acordes con las tendencias de la cultura popular, nos olvidamos de desempolvar los fragmentos de nuestra memoria, para cumplir con un contrato burocrático, que es algo así como un bloque de conocimientos vacíos llamado EDUCACIÓN que se imparte en todas escuelas, liceos y universidades del país.

No quiere decir que el venezolano no posea una cultura popular definida, quiere decir que está empecinado en apoyarse en lineamientos más alejados de su contexto, donde el tapete de lo artesanal y lo artístico ha quedado en el último reglón de importancia, donde lo político y económico está a flor de piel y nos carcome el sentido de existencia. Es probable que vayamos en una dirección donde los imaginarios se van apoderando de significados culturales que están surgiendo en el día a día, y aquel legado que se intentó forjar a principios del siglo XX queda en el olvido y después terminaremos dejando una nación sin memoria cultural, que es lo más probable que ocurra.

Culturalmente los desarraigos son más peligrosos que una política económica, puesto que no hay asidero y los estallidos pueden ser nefastos para sus congéneres, es decir, que sin identidad los colectivos se mueven sin control en un país que está esperando sólo a vivir un día por vez. Encontramos que estamos frente a una estructura social efímera que se permea ante los embates de culturas foráneas y de inducciones internas, como el caso de los medios de comunicación, y su control de las conciencias, que van orientadas hacia la enajenación de los patrones de conducta y donde no hay posible salida a esta situación.

Es probable que nos vayamos en cada libre hacia un panorama nefasto y sólo hay que hacer el inventario de las acciones que este año nos dejaron una huella bastantes marcada como el caso de las guarimbas de principio de año, la guerra económica que nos hacen desde Miami, el bachaqueo indiscriminado que es de parte de una mafia que está presente en todas instituciones y que nace de una generación corrupta que se resiste al trabajo honesto y ahora se va hacia las prebendas del contrabando, la estafa y el narcotráfico.

El panorama es difícil y peligroso, para nosotros que estamos en la frontera aun más, pero mientras no se tomen medidas de conciencia cultural, de ciudadanía, de convivencia no podremos pensar en salir de este atolladero.

Esta y otras inquietudes me surgen al escuchar las respuestas que me dieron mis estudiantes, y el 17 de diciembre día en que se conmemoraron 184 años de la muerte de El Libertador, de seguro habrá muchos que lo estarán “celebrando” por causas de una ignorancia que está siendo inducida y de una conciencia cultural casi nula.

Por eso no me canso de decir que debemos reformar el sistema educativo en pleno porque: ¡LA EDUCACIÓN ES UN PELIGRO PARA LA IGNORANCIA!!!!



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