La
semana pasada recién termina la quinta temporada de la serie The Walking Dead que es transmitida por Fox en un horario bastante particular por su contenido y
su visión de la acción. La serie en sí ha llamado la atención de millones de personas
en el mundo por su temática basada en un apocalipsis de muertos vivientes,
llamados “caminantes”, que se expande por toda la superficie de la tierra en
forma de virus que se transmite por una mordida, un rasguño o por la muerte en
sí misma. Recordando que el objetivo de los “caminantes” es comer carne humana
viva, nos representa la valoración del conflicto, por cuanto los sobrevivientes
deben refugiarse de diferentes maneras para tratar de no ser convertidos o
devorados.
Los
guionistas de esta serie, que se basa en el comic de Robert Kirkman, han
realizado un extraordinario trabajo de dramaturgia al modificarla, para llegar a
una intención más agresiva, que pueda calar con mayor fuerza en los
televidentes. El arte gore es el
aditivo que detona las acciones, hay un desmesurado uso de las imágenes agresivas
y grotescas, por ellos, la imagen de los personajes está siempre en decadencia
y entra en el juego su deterioro físico puesto que van muriendo poco a poco.
Allí
entra de manifiesto esta estética de lo obsceno, el gore que se deja arrastrar por lo subterráneo, lo que está debajo, lo que es abominable y lo que plantea
una manera de mostrar las escenas que casi raya en lo morboso y pornográfico,
pero que con gran versatilidad, el equipo de producción llega a mostrar el mensaje
sin graficar tan explícitamente –en la mayoría de los casos-, el gore existe y lo podemos identificar de
inmediato con escenas donde los muertos se comen a los vivos de manera
descarnada, los asesinatos que realizan los protagonistas entre sus compañeros
de viaje, los antropófagos que desmembran a sus víctimas, o en el inicio de la
segunda parte de la quinta temporada, la escena en la que Rick y sus amigos van
a ser degollados, empieza por darles un
golpe en la cabeza para después dejarlos desangrar y prepararlos para ser comidos.
Un escena que fue censurada en algunas regiones en Estados Unidos y para
Latinoamérica, pero pese al horario en Venezuela se dejó ver, y pudimos
presenciar un acción gore que es
terriblemente agresiva para dejar de manifiesto la estética hacia la que apunta
la serie.
Lo
personajes los dejan a la deriva en un mundo donde todos tratan de sobrevivir,
pero el problema radica en la peligrosidad de los demás humanos que pudieron
hacerlo, puesto que la tesis de la serie es que desde el aislamiento, la
desidia y la lucha por vivir un día más, los personajes se transforman en seres
fríos más peligrosos que los “caminantes”, que son capaces de hacer atrocidades,
no sólo de los que se van consiguiendo, sino que el grupo de Rick se ha vuelto
más peligrosos aun, porque fueron aprendiendo a asesinar a medida que superaron
los obstáculos que se les han presentado.
La
serie posee unos visos de profundidad en su carácter psicológico, en cuanto a
la propuesta de los “caminantes” que siempre están en constante degradación puesto
que se supone han muerto hace mucho tiempo y ahora se van deteriorando. Lo que
nos lleva a que en cada una de las series y capítulos son más decadentes, más
putrefactos, están en todas partes y deja claro que el elenco camina entre una
muerte constate sin piedad. Es un mundo gore
de muerte donde se trata de sobrevivir, donde se coexiste con ella, por tanto
la serie va enfocada hacia la muerte inminente de cada uno de sus protagonista,
y es por ello que a medida que pasan los capítulos se van volviendo más
agresivos, más viscerales y van cortando los vestigios de humanidad, donde ellos suponían que había gente que quería
salvarse, pero que a fin de cuentas los humanos son más peligrosos que los “caminantes”.
La
muerte que camina en medio de todos los escenarios es lo que cautiva, lo que
lleva a no poder cerrar los ojos en los momentos de tensión –aunque la tensión
está en todas las escenas- y que genera los grandes saltos emocionales, porque
van descartando personajes a medida que van pasando los minutos. Ninguno está a
salvo y es un punto álgido de la producción, porque piensan en cada detalle, en
cada movimiento, parece que la serie no te deja un instante de sosiego.
El
final de esta quinta temporada estuvo bastante estereotipado, en función de la
formula a la que nos viene acostumbrando la serie, con unos personaje en un
hospital falso, con policías falsos y que terminan en la desastrosa muerte de
la bella Beth, pero es el juego de la serie y ya volveremos de nuevo en
febrero a tratar de descifrar lo que viene, que de seguro será más agresivo
aun de lo que hemos visto hasta ahora.
Por
el momento me retiro a seguir leyendo el comic y a seguir la pista a The Walking
Dead y su propuesta de arte gore y
no se les olvide: EL ARTE ES UN PELIGRO PARA LA IGNORANCIA.
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