En
Venezuela esta noche todos estaremos detrás de un plato que es muy particular
llamado la Hallaca –escríbalo con “ll” o con “y” de acuerdo a su apreciación,
porque a fin de cuentas es muy propio de nosotros- que conjuga un gran sentido
de valores culturales que nos lleva a unificarnos como un imaginario mucho más
complejo de lo que suponemos.
La
Hallaca como parte de nuestra identidad, está colmada de una inmensa diatriba desde
su nacimiento, el afianzamiento en la cultura y el desarrollo de la misma en el
transcurso del siglo XX desde las tesis manejadas por Tulio Febres Cordero, Uslar
Pietri y hasta las recientes de Rafael Cartay. Sabemos que ella tiene varias
acepciones de carácter históricas, como por ejemplo: los indígenas nuestros le
llamaban a esta comida la Hayaco Iritari, o “ayúa” ó “ayuar” que en guaraní significa acá y
allá, o “ayuca” que significa envoltorio, o la tesis –un poco con menos
consistente- que es la combinación de la comida que realizaban los esclavos con
las sobras de las comidas de los españoles en la Noche Buena, o la teoría de que
los europeos se sintieron tentados de combinar el maíz con las almendras y
demás alimentos que traían del Mediterráneo, o de la leyenda que cuenta que “Ches”
–dios- era llamado por nuestros indígenas andinos a través de la cocción del maíz
en un banquete donde se incluían las raíces y se podía compartir con él, pero a
fin de cuentas son muestras fehacientes del proceso en el que han ido apareciendo
los demás ingredientes que nos encadenan a una imborrable historia.
Hoy día, seguramente, la Hallaca ha sido modificada, trae de manifiesto la unificación cultural y se adapta al contexto, en primer lugar los ingredientes, como el caso de la hoja de plátano o bijao son llamativos y generan ese aroma característico que nos lleva de inmediato a nuestra infancia, de casas colmadas de olores, sabores, sonidos que se despliegan de estas hojas que desprenden la humedad del trópico, y sobre ellas se coloca la masa de maíz –hoy precocida- con onoto. Aun es tradición que las mujeres preparan la masa y previamente han cortado el guiso que es de cerdo, o carne de res, o de pollo, o de todos juntos, a lo cual le agregan pimentón, cebolla y ajo, para después ser servido y amarrado. Es fundamental resaltar que esta exposición que hago está basada en la Hallaca que aún recuerdo de mi infancia en Los Andes, y que todavía hoy las realizamos con la misma receta, por tanto ella puede variar en su preparación o ingredientes de acuerdo a la región del país.
Luego viene la reunión familiar donde los hombres amarran, mientras las mujeres van armando cada una de las piezas que después serán llevadas a la estufa de leña o gas, donde se dejarán por mas tres o cuatro horas, dependiendo de la intensidad del fuego o de la alegría que envuelve a todos los comensales, que estarán el plena fiesta desde que se inicia hasta el final y mucho más allá.





Espero
que TODOS TENGAN UNA NOCHE BUENA, disfruten de su HALLACA Y TENGAN UNA ¡FELIZ
NAVIDAD!!!!
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