miércoles, 24 de diciembre de 2014

Hoy la Hallaca es la protagonista.

Esta foto me la robé del perfil de Angel Gil
que la semana pasada estuvo llevando su mensaje
 junto a la Brigada de Mascotas de la UNET,
demostrando que todos cabemos organizadamente....
Muy buena gráfica :)...
gracias por concederme el permiso jejeje
En Venezuela esta noche todos estaremos detrás de un plato que es muy particular llamado la Hallaca –escríbalo con “ll” o con “y” de acuerdo a su apreciación, porque a fin de cuentas es muy propio de nosotros- que conjuga un gran sentido de valores culturales que nos lleva a unificarnos como un imaginario mucho más complejo de lo que suponemos.

La Hallaca como parte de nuestra identidad, está colmada de una inmensa diatriba desde su nacimiento, el afianzamiento en la cultura y el desarrollo de la misma en el transcurso del siglo XX desde las tesis manejadas por Tulio Febres Cordero, Uslar Pietri y hasta las recientes de Rafael Cartay. Sabemos que ella tiene varias acepciones de carácter históricas, como por ejemplo: los indígenas nuestros le llamaban a esta comida la  Hayaco Iritari,  o  “ayúa” ó “ayuar” que en guaraní significa acá y allá, o “ayuca” que significa envoltorio, o la tesis –un poco con menos consistente- que es la combinación de la comida que realizaban los esclavos con las sobras de las comidas de los españoles en la Noche Buena, o la teoría de que los europeos se sintieron tentados de combinar el maíz con las almendras y demás alimentos que traían del Mediterráneo, o de la leyenda que cuenta que “Ches” –dios- era llamado por nuestros indígenas andinos a través de la cocción del maíz en un banquete donde se incluían las raíces y se podía compartir con él, pero a fin de cuentas son muestras fehacientes del proceso en el que han ido apareciendo los demás ingredientes que nos encadenan a una imborrable historia.


Hoy día, seguramente, la Hallaca ha sido modificada, trae de manifiesto la unificación cultural y se adapta al contexto, en primer lugar los ingredientes, como el caso de la hoja de plátano o bijao son llamativos y generan ese aroma característico que nos lleva de inmediato a nuestra infancia, de casas colmadas de olores, sabores, sonidos que se despliegan de estas hojas que desprenden la humedad del trópico, y sobre ellas se coloca la masa de maíz –hoy precocida- con onoto. Aun es tradición que las mujeres preparan la masa y previamente han cortado el guiso que es de cerdo, o carne de res, o de pollo, o de todos juntos, a lo cual le agregan pimentón, cebolla y ajo, para después ser servido y amarrado. Es fundamental resaltar que esta exposición que hago está basada en la Hallaca que aún recuerdo de mi infancia en Los Andes, y que todavía hoy las realizamos con la misma receta, por tanto ella puede variar en su preparación o ingredientes de acuerdo a la región del país.
Luego viene la reunión familiar donde los hombres amarran, mientras las mujeres van armando cada una de las piezas que después serán llevadas a la estufa de leña o gas, donde se dejarán por mas tres o cuatro horas, dependiendo de la intensidad del fuego o de la alegría que envuelve a todos los comensales, que estarán el plena fiesta desde que se inicia hasta el final y mucho más allá.

Es entonces como vemos que la misma elaboración es una fiesta, es la conjunción de muchas emociones que llevan a la familia y las comunidades a acercarse, a retornar a la celebración para compartir, tal y como lo hacían en otrora lo indígenas o los esclavos.

Son rituales que muchos estarán desarrollando, para luego servirlas en la mesa de la Noche Buena, donde todos han de comérselas acompañadas de elementos que ahora son parte de nuestra dieta navideña como son: el pan de jamón, la ensalada rusa, el pan de banquete, las lonjas de jamón y queso, el refresco –casi siempre cocacola- y para finalizar con torta negra o dulce de cabello de ángel y una buena taza de chocolate. Es una experiencia alucinante esta de sentarnos frente a la Hallaca y sus ingredientes tan variados, tan múltiples y tan polifónicos, puesto que ella en sí es la muestra fehaciente de nuestro recorrido en cientos de años de historia y de nuestra multiculturalidad.

Por eso esta Noche Buena cuando se siente a disfrutar de este plato tan particular, recuerde que se está llevando a la boca toda nuestra cultura, toda nuestra historia, toda nuestra  cadena de voces, colores y sabores, desde los más humildes hasta los más ingenuos, o hasta los más agresivos que le estarán dejando esa sensación de ser únicamente VENEZOLANO, que no tiene comparación y no cambiaría por ¡NADA!!  

Espero que TODOS TENGAN UNA NOCHE BUENA, disfruten de su HALLACA Y TENGAN UNA ¡FELIZ NAVIDAD!!!!

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