Inicio esta semana con esta frase de El Libertador “Los tres grandes majaderos de la historia hemos sido Jesucristo, Don Quijote… y yo” que viene muy ajustado a los tiempos que atraviesa nuestro país después de la muerte del Comandante Chávez y su extraordinario proyecto de Nación.
Es necesario recapitular sobre las ideas que se están fraguando desde
hace más de 20 años, y que se empiezan a consolidar hace apenas un período de
tiempo muy corto. Es fundamental que las estructuras desvencijadas de unas
políticas anteriores, totalmente erradas, se vayan derrumbando poco a poco, es
trabajo de paciencia puesto, que no hablamos de formas mesiánicas, sino de
conductas sociales. Para ser más claros, la idea que nos dejó Chavez no es de
inmediata solución, sino que debemos dejar el tiempo pasar y que las elipses
de la historia sean las encargadas de consolidar su legado.
Es posible que este proyecto esté marcado por una interacción de uniones
comunitarias que tanta falta nos hacen, para que todos los venezolanos nos
aboquemos a la defensa de estos métodos de inserción de la gran mayoría que
está tratando de alcanzar y de construir un nuevo imaginario. Pero eso se
logrará sin desfallecer, sin permitir que manos inescrupulosas entren en el
tapete, en búsqueda de su interés particular, o que se rindan en pleitesía a
las intrigas internacionales que están a la orden del día.
El proceso revolucionario en Venezuela es una acción bastante lenta, que
no podemos instaurarlo como una medicina milagrosa, sino que debemos llegar a
cada uno de los venezolanos para hacerlo parte de su vida, de su cotidiana
acción, de su identidad, de su memoria cultural para consolidar un imaginario
colectivo.
Ya el trabajo está en marcha, la idea está desarrollándose y ahora viene
la prueba de fuego para cada uno de nosotros si dejamos morir este fantástico
movimiento social que es ejemplo para la América Latina.
El socialismo nace desde esta necesidad de reivindicarnos, de acercarnos
unos a otros, de reconocer en el seno de donde estamos transitando diariamente,
que debemos estar en conjunto, hacer
reconocer a los líderes políticos ahora no están en la cúspide de la escala de
mando, sino que las soluciones las debemos dar de manera horizontal, donde
tendremos las voces unidas por un avance social y la radicalización de un
sistema que no podemos dejar en el olvido.
Me preocupa esta prueba tan compleja que tenemos ahora mismo, de este
panorama tan intenso y tan peligroso en el que Venezuela está inmersa, debemos
demostrar el nivel de madurez para enfrenarla y salir adelante. Está de
manifiesto la sensatez de un pueblo que ahora no se deja engañar por simples
políticas improvisadas que tratan de insertarnos sin medir las consecuencias de
un viraje violento, no podemos perder esta nación que está floreciendo en los
albores del siglo XXI .
Necesitamos llegar a cada venezolano, a cada comunidad, a cada región
del país para consolidar un proyecto que fue diseñado con la intención de
acercarnos, que es muestra de la
sensibilidad, en la que sólo se habla de afectos, de unión y de trabajo incansable,
que nos llevará hacia esta sociedad que tanto hemos soñado y que nos han
tratado de robar mil veces, pero ahora con un pueblo que espero despierte de
una vez por todas.
NO quiero pensar que nuestro presidente fue un
Majadero más, me niego rotundamente a la idea de perder este trabajo social que
venimos desarrollando desde hace años, y ahora, más que nunca me convenzo que
la única salida es la vía que llevamos. Realizando un análisis crítico de la
situación del país, es urgente buscar los mecanismos para confirmar una
revolución social que sea capaz de cubrir las necesidades que aun tenemos y que
se multiplican a diario.
Ahora es un momento crucial, el caos está tratando de avanzar en medio
de las emociones colectivas, pero es parte de este gran concierto que se va
orquestando y que ahora va a transitar en medio de una vía muy agresiva, en la
que el resultado es bastante incierto.
Esperemos no tener que repetir la
frase de los Majaderos de El Libertador, porque esto significaría volver al
punto de partida y no creo que sea justo derrumbar lo que se viene forjando por
tantos años, y que ha significado sacrificios invaluables.
Por ahora sólo resta decir que el panorama no es muy acogedor, pero las
adversidades son las que nos enseñan valorar lo que realmente hemos forjado.
Pobre Pueblo mío, siempre estarás allí buscando una respuesta, es hora de
asentar, consolidar y profundizar la lucha social.
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